En el fondo, esto va mucho de quién tiene algo que perder y quién no:
Obama tiene poco que perder:
Se acabaron los días en los que los republicanos podían sacarle grandes concesiones. El presidente acaba de presentarse a las últimas elecciones de su vida y las ha ganado, así que durante los años que le quedan su necesidad de hacer amigos es relativa. De hecho a estas alturas es poco probable que logre aprobar grandes medidas, con lo que su principal ocupación es proteger su legado y en este caso, su joya de la corona, la Reforma Sanitaria u Obamacare.
La mayoría de los republicanos de la Cámara de Representantes tiene poco que perder:
A través de años de retocar el mapa electoral han creado unos distritos electorales tan seguros que la mayoría de ellos no tiene la más mínima posibilidad de caer derrotado ante un demócrata. Lo que de verdad temen es un desafío en las primarias republicanas a manos de un candidato más conservador y por eso tienen bien poco que perder cone sto. De hecho, para la mayoría de los congresistas republicanos, cuanto más tensen la cuerda mejor.
Los demócratas tienen poco que perder:
Las encuestas lo dicen claro. El público no entiende el empeño en cerrar el gobierno para cargarse Obamacare y están dispuestos a culpar a los republicanos, en parte porque ya han visto esta película en anteriores crisis. Una vez más la maniobra encaja perfectamente en el relato que los demócratas quieren hacer de los republicanos: irresponsables, extremistas, etc... Y de momento van ganando.
Boehner tiene mucho que perder:
El puesto, para empezar. El ala más extremista de los suyos ni le aprecia ni le respeta, pero le puede hacer caer. No es como si no lo hubieran pensado antes y una nueva historia de "ha vuelto a ceder" es toda la excusa que necesitan. Lo más probable es que Boehner ni siquiera quisiera armar este lío pero el "sector duro" le llevara a ello. Otra teoría interesante es la siguiente: Boehner quiere pactar con Obama en lo verdaderamente importante, el techo de gasto que se alcanzará el 17 de octubre, así que antes necesitaba dar batalla para dejar contentos a los suyos antes de decepcionarlos.
Wall Street tiene mucho que perder:
A la economía nada le asusta más que el desorden. ¿Funcionarios a casa sin cobrar y oficinas federales cerradas? Eso es desorden, pero ¿EEUU entrando en suspensión de pagos por primera vez en la historia porque el Congreso se niegue a elevar el techo de deuda? Eso es caos y es entonces cuando Wall St. levanta el teléfono y llama a los republicanos cuyas campañas paga y les dice que el juego ha estado bien, que se han divertido pero que ya es hora de volver a la normalidad. Ahora mismo el juego está entre las bases radicalizadas que dominan las primarias y los ricachones que pagan las campañas.
De propina: lo que es imposible es que haya acuerdo sin que los republicanos salven la cara. Obama tendrá que ceder algo, probablemente no en Obamacare, pero algo.
La bola de cristal: yo no me imagino un escenario en el que no aumente el techo de deuda antes del 17 de octubre. Los republicanos todavía pueden argumentar que el 'shutdown' es culpa de Obama por no querer negociar, pero lo otro sería enteramente su responsabilidad.