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sábado, 9 de noviembre de 2013

Todo lo que Obama puede perder y está perdiendo

En menos de un año la popularidad de Obama ha descendido doce puntos. Hoy, solo cuatro de cada diez estadounidenses aprueba su gestión mientras que un 53% la desaprueba. Los números no son aún terribles pero apuntan a una crisis fundamental: el presidente ha apostado su legado a la reforma sanitaria y la reforma sanitaria no está funcionando. Las consecuencias pueden ser catastróficas para él y para los demócratas.

Aunque es cierto que los fallos en su web son el sueño húmedo de todo conservador para ilustrar la incompetencia del gobierno federal, son poco más que una anécdota. Ya se encargará la Casa Blanca de que el sistema acabe funcionando, pero el problema es mucho más profundo y se trata una crisis de credibilidad. Obama se plantó ante las cámaras y le dijo a la clase media que quien tuviera un seguro que le gustara podría conservarlo, pero eso simplemente no es cierto, porque los seguros están cancelando pólizas tras su entrada en vigor. Esta ruptura de la confianza es tal que él mismo ha tenido que salir a pedir perdón: "Siento que se vean en esta situación por culpa de mis afirmaciones". La mentira, en contra de lo que pueda parecer, sigue siendo un asunto muy serio para un presidente y tiene difícil arreglo.

Piensan en la Casa Blanca que si logran apañar la web y hacer que los estadounidenses contraten sus seguros médicos, todavía pueden salvar la cara y hacerse perdonar la mentira. No está fuera de toda lógica porque, en efecto, muchos están logrando buenos precios pero reparar la relación del presidente con esas personas que se van a ver fuera de su seguro es casi imposible. Y aún así ese no es el mayor de sus problemas. Al igual que le sucedió a Bush padre con su famosa promesa de no subir los impuestos "Read my lips: no new taxes" la identificación de Obama con Obamacare es total y sus destinos están unidos. El presidente ha tenido que luchar una y otra vez la misma batalla para que entrara en vigor: ante la opinión pública, el Congreso, la Corte Suprema, el electorado... Y si sale mal, ninguna otra cosa importara.

Las consecuencias inmediatas de lo que digo se ven en el desplome de su popularidad, que se mantiene a pesar de las buenas noticias en la economía y el empleo. Nada está más fuertemente atado al presidente que su reforma. Y desde luego que las consecuencias electorales ya despuntan en el horizonte: si esto no se corrige los demócratas van a sufrir y mucho en 2014. Las posibilidades de recuperar la Cámara de Representantes que surgieron tras el shutdown se desvanecen y en el Senado, en un año difícil para los demócratas, la reforma sanitaria puede ser el asunto fundamental en varios estados donde no es nada popular.

Esas consecuencias coyunturales pueden ser serias, pero nada comparable a la cuestión fundamental que tienen ante sí los demócratas. Desde la década de los 80, la tendencia general ha sido la de reducir los programas sociales y minimizar la acción del gobierno en esa parcela. Si este primer intento serio de aumentar derechos sociales fracasa, puede que el partido del presidente haya perdido una batalla ideológica clave y que las consecuencias definan el debate de las próximas tres décadas.

De propina: la Casa Blanca hace lo que puede por desvincular al presidente pero como digo, es imposible. Y cuando no, contraproducente, como decir ahora que no conocía los problemas de la web de Obamacare. No sé qué interpretación es peor, la de que es un incompetente que no puede manejar el lanzamiento de su iniciativa estrella o peor, la de que "no le importan" los problemas de los estadounidenses.

La bola de cristal: y como corresponde a todo presidente en su segundo mandato, hay que intentar incorporar al legado "yo hice la paz en Oriente Próximo". Ojalá funcionen las negociaciones con Irán pero yo veo a uno y otro lado muchos intereses en que fracasen.

sábado, 19 de octubre de 2013

Ganadores y perdedores de la guerra del Shutdown

PERDEDORES

John Boehner
Un pequeño desastre. Se vio arrastrado a una guerra que no quería, por un motivo que no compartía y tampoco la ha gestionado demasiado bien. Con todo, lo peor es que ha vuelto a quedar como lo peor que se puede quedar en Washington: como alguien sin poder. Incapaz de liderar a los suyos, no pudo conseguir ni que le aprobaran un acuerdo, sino que no le quedó más remedio que coger el del Senado y ver la mayoría de los suyos votaban en contra. Puestos a sacar algo positivo: ha salvado el pellejo. Los conservadores han quedado lo bastante contentos como para que una revuelta interna no derribe al speaker.

Estados Unidos
Más allá de esta imagen lamentable, con más de dos semanas de cierre gubernamental y un acuerdo de ultimísima hora para evitar la quiebra, el problema está en el futuro. El problema ha quedado aplazado hasta principios del año próximo pero los republicanos ya han anunciado que volverán a dar batalla y que aprovecharan las dos fechas límite para exigir recortes en Obamacare. El problema fundamental, el de las crisis artificiales creadas por un sistema político disfuncional, sigue ahí,

A MEDIAS

Ted Cruz
El senador de Texas está de moda. Los liberales lo aborrecen, pero eso no es necesariamente malo de cuando uno quiere que los republicanos lo elijan como su candidato a presidente. Ha sido el rostro de su bando pero su estrategia, si es que la había, ha funcionado mal y ha empeorado la derrota. Ha hecho muchos enemigos en su propio bando y no tengo muy claro que el balance sea positivo.

Los republicanos de la Cámara
En su mayoría, casi no van a notar la diferencia. Representan distritos tan conservadores que las posibilidades de que un demócrata pueda con ellos son casi insignificantes. Respecto a esos pocos 'moderados', si es que se los puede llamar así, han conseguido evitar el desastre y forzar a Boehner para que permitiera que se votara el acuerdo final. La imagen del partido está por los suelos, pero ellos pueden aún sobrevivir.

GANADORES

Obama y los demócratas
Ya explicamos que el presidente entraba en esta partida con muy buenas cartas, pero además las ha jugado bien. Dijo que no iba a negociar y no negoció, resistió la presión y empujó a la opinión pública contra los republicanos. Es difícil negarte a pactar y a la vez explicar que es la postura más responsable pero lo ha logrado. Y al premio evidente de la victoria se le suma el favor que le han hecho los republicanos: la puesta en marcha del mercado de seguros de Obamacare ha sido un absoluto desastre pero casi no se ha hablado de ello por el follón del cierre gubernamental y el techo de deuda. Obama no puede pedir más.

Harry Reid
Otro que se ha mantenido fuerte y no ha dado su brazo a torcer. El líder de la mayoría demócrata del Senado ha mantenido una buena sintonía con la Casa Blanca y, sobre todo, ha logrado que los suyos actuaran unidos a lo largo de toda la crisis. La comparación con la anárquica mayoría que Boehner lidera en la Cámara no podía ser más evidente... Reid ha salvado Obamacare, así que el presidente tiene mucho que agradecer a un senador que va a cumplir 74 años pero que no parece cansado ni aburrido.

Mitch McConnell
El líder republicano en el Senado dejó que sus compañeros de la Cámara de Representantes llevaran el protagonismo. Mantuvo un perfil bajo y dejó que el speaker Boehner se quemara para al final, como siempre, cerrar él el acuerdo. Puede que alguno conservador se lo reproche e intente hacérselo pasar mal en las primarias que tiene ahora mismo, pero seguro que el dinero agradecido de Wall Street le compensa electoralmente.

Rand Paul
El senador por Kentucky está en plena campaña de suavizar su imagen de cara a las primarias presidenciales de 2016. Y va bastante bien... Ha dejado que su compañero Ted Cruz liderara este esfuerzo suicida y ha adoptado un tono bastante más conciliador. Si este último ha sido derrotado, él salió victorioso de su batalla hace unos meses. Nunca será la primera opción del establishment, pero puede ser que ahora lo toleren algo más.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Más impopular que una mierda de perro

El Congreso de los EEUU tiene peor imagen que las mierdas de perro. No es una hipérbole, lo dice una encuesta de Public Policy Polling que sitúa a los legisladores con sólo un 8% de aprobación. Pierden contra los excrementos caninos, desde luego, pero salen también peor parados que las hemorroides, los hongos de los pies y las cucarachas. Todo un logro.

No es como si alguna vez hubieran estado rodeados por el amor y la admiración ciudadana, pero este feo asunto del cierre gubernamental está poniendo las encuestas más divertidas que nunca. Según un sondeo de AP el 62% de los ciudadanos culpan principalmente a los republicanos y apenas un 28%, según encuesta de Gallup, tiene una opinión favorable de este partido. Es el mínimo histórico desde que se empezó a hacer valoración de partidos en 1992 y representa una caída del 10% en un mes. La razón no hay que buscarla muy lejos: según el sondeo del National Journal un 69% se opone al modo en que están negociando el presupuesto.

Subidos en esta ola de popularidad, el ala más dura de los republicanos intenta ahora transmitir que no es tan grave que no se aumente el techo de deuda. Y yo ahí tengo que discrepar: una cosa es cerrar parte del gobierno, con un impacto bastante reducido en las vidas del americano normal, y otra cosa es forzar una suspensión de pagos en el centro del capitalismo mundial. Si empiezan a no pagarse facturas, eso es serio. Si se llega a no pagar los intereses de la deuda, entonces es un verdadero desastre.

Por si las encuestas no lo dijeran claro, hoy los políticos han recibido otro rapapolvo de manos del capellán del Senado, que en su oración diaria en la cámara introducido una línea para pedir perdón por aquellas veces "es las que se pone la política" por delante del progreso.

De propina: la debacle republicana le hace parecer mejor en comparación, pero tampoco la popularidad de Obama lleva bien esta guerra presupuestaria. Lo que pasa es que al final la política americana es un juego binario donde siempre que el otro quede peor, tú ganas. 

La bola de cristal: pero el juego aún no ha terminado y aunque es de los que menos tiene que perder, el presidente haría bien en asegurarse de que la película no se da la vuelta. Un cataclismo económico durante tu presidencia tiene pocas lecturas positivas.


viernes, 4 de octubre de 2013

Entendiendo el shutdown

En el fondo, esto va mucho de quién tiene algo que perder y quién no:

Obama tiene poco que perder: 
Se acabaron los días en los que los republicanos podían sacarle grandes concesiones. El presidente acaba de presentarse a las últimas elecciones de su vida y las ha ganado, así que durante los años que le quedan su necesidad de hacer amigos es relativa. De hecho a estas alturas es poco probable que logre aprobar grandes medidas, con lo que su principal ocupación es proteger su legado y en este caso, su joya de la corona, la Reforma Sanitaria u Obamacare.

La mayoría de los republicanos de la Cámara de Representantes tiene poco que perder:
A través de años de retocar el mapa electoral han creado unos distritos electorales tan seguros que la mayoría de ellos no tiene la más mínima posibilidad de caer derrotado ante un demócrata. Lo que de verdad temen es un desafío en las primarias republicanas a manos de un candidato más conservador y por eso tienen bien poco que perder cone sto. De hecho, para la mayoría de los congresistas republicanos, cuanto más tensen la cuerda mejor.

Los demócratas tienen poco que perder:
Las encuestas lo dicen claro. El público no entiende el empeño en cerrar el gobierno para cargarse Obamacare y están dispuestos a culpar a los republicanos, en parte porque ya han visto esta película en anteriores crisis. Una vez más la maniobra encaja perfectamente en el relato que los demócratas quieren hacer de los republicanos: irresponsables, extremistas, etc...  Y de momento van ganando.

Boehner tiene mucho que perder:
El puesto, para empezar. El ala más extremista de los suyos ni le aprecia ni le respeta, pero le puede hacer caer. No es como si no lo hubieran pensado antes y una nueva historia de "ha vuelto a ceder" es toda la excusa que necesitan. Lo más probable es que Boehner ni siquiera quisiera armar este lío pero el "sector duro" le llevara a ello. Otra teoría interesante es la siguiente: Boehner quiere pactar con Obama en lo verdaderamente importante, el techo de gasto que se alcanzará el 17 de octubre, así que antes necesitaba dar batalla para dejar contentos a los suyos antes de decepcionarlos.

Wall Street tiene mucho que perder:
A la economía nada le asusta más que el desorden. ¿Funcionarios a casa sin cobrar y oficinas federales cerradas? Eso es desorden, pero ¿EEUU entrando en suspensión de pagos por primera vez en la historia porque el Congreso se niegue a elevar el techo de deuda? Eso es caos y es entonces cuando Wall St. levanta el teléfono y llama a los republicanos cuyas campañas paga y les dice que el juego ha estado bien, que se han divertido pero que ya es hora de volver a la normalidad. Ahora mismo el juego está entre las bases radicalizadas que dominan las primarias y los ricachones que pagan las campañas.

De propina: lo que es imposible es que haya acuerdo sin que los republicanos salven la cara. Obama tendrá que ceder algo, probablemente no en Obamacare, pero algo.

La bola de cristal: yo no me imagino un escenario en el que no aumente el techo de deuda antes del 17 de octubre. Los republicanos todavía pueden argumentar que el 'shutdown' es culpa de Obama por no querer negociar, pero lo otro sería enteramente su responsabilidad.

domingo, 29 de septiembre de 2013

¿Qué pasa si el gobierno echa el cierre?

El 30 de septiembre el gobierno federal agotará su presupuesto y si no se aprueba una prórroga, tendrá que cerrar por falta de dinero. Lo razonable es que se llegue a un acuerdo de última hora pero, ¿cuándo fue la última vez que la política estadounidense se comportó de un modo razonable? Como el pacto parece esta vez más difícil que nunca, es el momento de echar un ojo a todo lo que puede pasar si lo impensable acaba sucediendo.

Empecemos por el lado bueno: no todo el gobierno echará el freno. Los 'servicios esenciales' como las Fuerzas Armadas, el FBI o los controladores aéreos seguirán funcionando. También se pagarán las pensiones y la parte de la sanidad que es pública seguirá en marcha. Dicho lo cual, una parte sustancial de los 2,8 millones de empleados fedrales se marchará a casa sin sueldo ni fecha fija de retorno. Cerrarán los museos y parques nacionales, y también será más difícil hacerse con un pasaporte, un visado o cualquier otro tipo de trámite burócratico. Incluso la Casa Blanca tendrá que mandar a casa a tres cuartas partes de sus 1700 empleados. Podéis encontrar una lista de todo lo que se vería afectado aquí.

Los republicanos de la Cámara de Representantes han hecho ya su última oferta: una prórroga presupuestaria a cambio de retrasar un año la entrada en vigor de varias partes clave de la reforma sanitaria (sí: esa que ya fue aprobada y ratificada por la Corte Suprema antes de que Obama fuera reelegido con 5 millones de votos de margen) pero el presidente se niega en redondo a negociar "Pagar las facturas de América no es una concesión hacia mí. Eso no es hacerme un favor". Quiere acabar así con esta nueva costumbre de chantajear a la Casa Blanca con una suspensión de pagos nacional cada poco tiempo.

Una vez más, toca aguantar a ver quién pestañea primero.

De propina: tal vez lo peor de esta pantomima es la publicidad que le está dando al senador ultraconservador Ted Cruz. Labrándose su candidatura a la presidencia y después de bloquear el Senado con un filibuster durante horas y horas, es el republicano mejor valorado de cara a 2016 con un 20%. Gracias a Dios que las encuestas a estas alturas no significan nada.

La bola de cristal: y si hay shutdown se volverá contra los republicanos, como en el 95, pero tranquilizará a sus bases de cara a las primarias de este año.

lunes, 23 de septiembre de 2013

De nuevo ante el abismo: el último intento para cargarse 'Obamacare'

Y aquí estamos otra vez. Tras haber intentado anular la reforma sanitaria de Obama de todas las formas posibles, los republicanos que controlan la Cámara de Representantes han disparado su último cartucho: han aprobado un presupuesto para el gobiernop del que han retirado todo el dinero destinado a la reforma. En otras palabras, un chantaje al presidente: o renuncias a tu medida estrella o echas el cierre al gobierno en menos de un mes por falta de dinero. Ya explicamos en su día las consecuencias de algo así.

Una nueva vuelta de tuerca del lado más extremo del partido republicano. Poco importa que incluso muchos de sus miembros, sobre todo en el Senado, lo critiquen. No sólo los que consideran que es trafullero legislar por la puerta de atrás sobre una ley ya aprobada, confirmada por la Corte Suprema y pasada por elecciones; también los que piensan que es un error estratégico porque ni el Senado ni Obama aprobarán jamás algo así y además su partido cargará con la culpa si el gobierno tiene que cerrar sus puertas.

Al final todo es un juego de quién se lleva las culpas y el ala extremista que controla la Cámara piensa que puede sacar algo del asunto aunque Obama no ceda. Como mínimo la publicidad que tiene en círculos conservadores cualquiera que se oponga a Obamacare y tal vez una posición fuerte para negociar el acuerdo final. Cuando llegas a la mesa pidiendo el cielo, es razonable pensar que como mínimo saldrás convirtiendo en permanentes los recortes presupuestarios que trajo el 'sequester'.

De propina: me dejaba otra joya de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, también esta semana. Quitarles la ayuda de alimentos a cuatro milones de pobres. Otra más con pocas posibilidades de salir adelante pero que ya ha dejado una frase para la historia en boca del congresista Kevin Cramer "quien no quiera trabajar que no coma". 

La bola de cristal: y entre estas peleas presupuestarias se acabó el tiempo. Aunque queden aún tres años de mandato de Obama, se nos echa encima la campaña de las elecciones de mitad de mandato que se solapara con unas intensas presidenciales en 2016. Yo ya pronostico que no habrá reforma migratoria y por descontado que salvo gran sorpresa, tampoco control de armas.

martes, 3 de septiembre de 2013

Así se ve Siria desde la mesa de Obama

Crossposted en Americaneo.com

Pongamos que hay una guerra, una guerra civil bien sanguinaria incluso para los sanguinolientos estándares de la guerra en general. Pongamos que esa guerra es además en un país musulmán y que tras dos años de matanzas el dictador de turno decide cambiar de estrategia y un 21 de agosto arroja gas Sarín en un suburbio de Damasco provocando la muerte, una muerte horrible, de 1400 personas. ¿Qué haces si eres el presidente de EEUU?

Pues primero que todo, te avergüenzas, porque has dejado pasar dos largos años dejando hacer a unos a otros en Siria y de aquellos polvos vienen estos lodos. Luego piensas en opciones: puedes intentar una resolución de Naciones Unidas al estilo Gadafi pero sabes bien que Rusia y China vetarán. Puedes también intentar una acción individual al estilo iraquí y mandar a una división de marines a repartir leña a Homs, pero resulta que una encuesta de Reuters Zogby te dice que un 96% de los estadounidenses se oponen a mandar soldados a Siria. Están ya escarmentados de aventuras en Oriente Próximo.

Tras este razonamiento decides tirar por la calle del medio porque en realidad, tú no tienes muy claro quién te viene bien que gane esta guerra. De un lado Assad: malo. Del otro los 'rebeldes': ¿quiénes? Pues hace dos años los moderados tenían mayor predicamento en la oposición pero ahora quién más manda en la amalgama de luchadores es, lógicamente, quien tiene las armas. ¿Y de dónde viene el dinero para las armas? De Qatar y de Arabia Saudí. ¿Y qué tipo de gente gusta por esos lares? Los extremistas suníes. Y Al Qaeda también anda cerca, como siempre.

Así que tú, desde el despacho Oval, tomas una importante resolución. Decides que vais a ignorar todas las matanzas hechas con armas convencionales y que vas a actuar como si lo único que te importara fueran las armas químicas. Así de paso te haces el fuerte porque es en su uso donde marcaste una cacareada "línea roja" que el gobierno sirio no debía cruzar y resulta que Assad la ha traspasado esprintando y la foto finish dice que sí, que el ataque fue del gobierno. Así que ahora has cambiado de objetivo. Para Siria no quieres paz, ni democracia, ni una simple tregua: lo único que quieres es que no se maten con armas químicas. Y ese es algo que puedes conseguir con menos esfuerzo.

Así que te pones a preparar un ataque y a filtrar como un loco a la prensa que estás preparando un ataque. De este modo consigues mandar un mensaje de "esto no se hace" al gobierno sirio, darle tiempo para que esconda sus misiles y vacíe edificios clave, y también le das tiempo a la parroquia doméstica para que se haga a la idea. Pero entonces llega lo inesperado: resulta que el Congreso quiere tener la última palabra y autorizar la operación. Y tus abogados te dicen que te puedes pasar a las cámaras por el arco y hacer lo que te venga en gana, pero el asunto es difícil.

Por un lado no hay nada peor para un presidente de EEUU que parecer débil y el colmo de la debilidad es pedir permiso para hacer algo para lo que no necesites permiso... ¡y que te lo nieguen! Sobre todo ahora que tu popularidad está en un mínimo histórico del 44%. Pero por otro lado, estaría muy bien poder compartir con el Congreso el precio político de la situación, porque no hay que olvidar que la misma encuesta te dice que un 56% de la población se opone a cualquier tipo de intervención en Siria. Y luego está, claro, que tienes aún unas cuantas leyes que te gustaría aprobar y no te conviene cabrear a los legisladores. Sobre todo cuando 186 de ellos, desde los demócratas más izquierdistas a los republicanos más libertarios han firmado una carta advirtiéndote de que no lo hagas.

Así que al final pides permiso pero no pides permiso. Le dices a las cámaras que te autoricen pero dejando claro que puede ser que lo hagas igual aunque te digan que no. El único problema es que el Congreso está en su receso de verano y no vuelve hasta el 9 de septiembre pero total, qué más da, si ya llevan dos años matándose pues que sigan dos semanas más. Dos semanas después y lo que dure el debate. Y la votación, y  lo que las dos cámaras tarden en acordar un texto común. Y que todo congresista tenga su minuto de gloria en televisión...

Y mientras tú esperas a que te llegue una resolución a la mesa, Assad hará lo que le venga en gana y cambiará de sitio cuanto no quiera ver destruido por los misiles Tomahawk. Y te tocará prometer el oro y el moro a medio congreso para que te apruebe un operación menor, y luego ya te quedará poco que prometer para que te ayuden con las nuevas leyes de inmigración. Eso además de que a la izquierda de tu partido no le gustas porque no les gustan los bombardeos, los republicanos libertarios creen que los quieres arrastrar a otro Iraq, los neocons opinan que eres una nenaza por no invadir directamente y a todos los demás siempre les queda decir eso de "mis votantes no ven la necesidad" o "mis votantes no lo entienden". Lo que además es una gran verdad.

De propina: ¿la buena noticia para Obama? Si el Congreso vota SÍ será difícil que los republicanos fuercen otra crisis del techo de deuda cuando éste expire a mediados de octubre. No es popular echar el cierre al gobierno mientras hay una operación militar en marcha.

La bola de cristal: el Senado dará su permiso con casi total seguridad, con el apoyo rotundo del excandidato presidencial John McCain. La cámara, tengo muchas más dudas.

miércoles, 31 de julio de 2013

Oposición salvaje

En un país como Estados Unidos, la capacidad de la oposición para fastidiar al gobernante es inmensa. Cuando la división de poderes funciona, y en Washington funciona y mucho, el sistema facilita miles de modos legales de poner palos en las ruedas. No hay mejor ejemplo que la batalla de la reforma sanitaria, la llamada ObamaCare.

El país parecía de acuerdo en que hacía falta la reforma, Obama lo convirtió en uno de los argumentos fundamentales de su primera campaña y fue elegido. Entonces comenzó un proceso legislativo más difícil que un parto, con mil batallas, hasta que finalmente un texto fue aprobado por ambas cámaras y  se convirtió en ley con firma del presidente. Uno pensaría que los republicanos, que se resistieron cuanto pudieron y un poco más, aceptarían la derrota y mirarían hacia delante... Pero ese uno no tiene ni idea de política estadounidense ni conoce el partido republicano de hoy en día.

Después de la aprobación de la ley, los gobernadores republicanos se negaban a aplicarla y la cosa llegó a la justicia. Los diferentes tribunales fueron pronunciándose hasta que la Corte Suprema, en una apretada decisión poco antes de las elecciones de 2008, dijo que la Reforma Sanitaria era constitucional. En fin, los jueces habían dicho la última palabra, ¿no? Pues efectivamente, no.

Porque los republicanos decidieron hacer de la reforma el eje de su campaña. Tanto el candidato Mitt Romney como el resto de los líderes del partido sintetizaron su rechazo en una simple promesa: derogar la Reforma Sanitaria el primer día de su mandato. Los votantes fueron a las urnas y votaron, y no eligieron al candidato que quería hacer desaparecer Obamacare, reeligieron al candidato que le había dado nombre. ¿Y qué hicieron los republicanos?

Pues parecía que, ¡al fin!, tirar la toalla. Después de una derrota rotunda, el speaker de la Cámara de Representantes John Boehner dijo que la elección había cambiado las cosas y anunció que Obamacare era "la ley del país". Ahí casi pensamos que iba a terminar el asunto pero con la negociación del nuevo presupuesto, el asunto ha resucitado. Porque puede que sea ley, puede que sea constitucional y puede que los votantes la avalaran, pero mientras el Congreso decida en qué se gasta el dinero público y los republicanos controlen una de las cámaras, la última palabra los está dicha.

Por eso el ala más dura de los republicanos tiene una nueva estrategia: si no puedes derogarla, simplemente quítale el dinero. Si el presupuesto no recoge un sólo dólar para aplicarla, ¿qué más da lo que diga la ley? Como estrategia es impecable, pero incluso algunos republicanos están inquietos por este modo de legislar "por la puerta de atrás" vía presupuesto. Principalmente porque saben que un presupuesto así jamás tendrá el acuerdo de la mayoría demócrata en el Senado y si no hay presupuesto, el gobierno federal tiene que echar el cierre, el 'shutdown' que explicamos hace unos meses. Y cuando manden a los funcionarios a casa y todo se paralice, las culpas van a volar y los republicanos tendrán que cargar con la mayor parte.

Por eso los líderes republicanos dudan. Escribir un nuevo capítulo de la guerra de Obamacare tiene muchos riesgos, sobre todo porque aunque Obama esté en horas bajas no va a renunciar a su logro legislativo más relevante. Tal vez sería más inteligente esperar a que entre vigor el grueso de la ley, que va a traer muchos problemas, y sacar tajada en la campaña de las presidenciales de 2012.

 De propina: lo mejor de este jaleo sanitario es que me ha evitado escribir de nuevo sobre la campaña de Anthony Weiner a la alcaldía de Nueva York. Ha tenido que reconocer que tras dimitir siguió intercambiando mensajes sexuales a través de la red y ya nadie se explica cómo su mujer, cercana a los Clinton, sigue apoyándole en este absurdo.

La bola de cristal: qué interesante va aestar la cosa para presidente en 2012. Hillary Clinton batiendo récords de donaciones sin haberse declarado aún candidata y las dos almas del partido republicano enfrentándose estos días en los medios: el gobernador de New Jersey Chris Christie y el senador de Kentucky Rand Paul.

miércoles, 17 de julio de 2013

Guerra en el Senado: la "opción nuclear"

El Senado es una cámara interesante gobernada por reglas antiguas, oscuras y diseñadas para lograr el máximo nivel de consenso. Para eso sirve en realidad el 'filibuster': como explicamos cuando Rand Paul lo usó hace poco, la teoría dice que a un senador no se le puede callar una vez que se le da la palabra y por tanto cuando desea bloquear un debate sólo tiene que hablar y hablar hasta que los partidarios de la medida se rindan. Obviamente los parlamentarios de tiempos pasados ya se dieron cuenta de que era bastante inoportuno que un solo senador pudiera bloquear el trabajo de la cámara, así que se inventó la llamada 'cloture', que no es otra cosa que un voto para cerrar el debate y proceder a la votación. Para lograr la 'cloture' se empezó necesitando una mayoría de dos tercios y hoy de 60 senadores entre cien. Así se preserva el espíritu de defensa de las minorías del 'filibuster' y se evita que una mayoría simple haga y deshaga a su antojo como sucedería en la Cámara de Representantes.

El problema es que el 'filibuster', el bloqueo por parte de la minoría, se pensó como un último recurso, una medida desesperada para casos muy graves. Sin embargo, dicen los demócratas, ahora la minoría republicana lo usa sin parar y no precisamente para detener leyes polémicas. La ley establece que multitud de nombramientos del gobierno deben recibir el "consejo y consentimiento" de la cámara, o lo que es lo mismo: que Obama nomina y el Senado confirma. Tradicionalmente los senadores se limitaban a comprobar que el designado tuviera una formación y experiencia aceptable pero en los últimos tiempos los republicanos se han puesto muy cicateros y eso es lo que ha llevado al líder demócrata en el Senado, Harry Reid, a decir basta.

Porque la oposición republicana no se limita a no confirmar a los nominados que le disgustan, sino que por ejemplo se niega a aprobar por ejemplo a cualquiera que vaya a encabezar un departamento del gobierno que ellos consideren prescindible. Por eso y ante el atasco de nominaciones del segundo mandato de Obama, Reid ya hace meses que amenaza a sus colegas republicanos con la 'opción nuclear'. Esto es básicamente decirles lo siguiente: "vosotros podéis hacer 'filibuster' a lo que sea con 41 votos pero yo con 51 demócratas puedo cambiar las reglas del Senado y acabar para siempre con el filibuster".

A cuenta de esto se ha armado un revuelo descomunal pero, como pasa siempre en Washington, a veces la simple amenaza tiene más efecto que el hecho consumado. Un reunión de última hora entre 
Reid y el líder republicano Mitch McConnell ha hecho que el primero no cambiara las reglas a cambio de que el segundo se comprometiera a dar luz verde a un gran paquete de nominaciones de Obama. Como pasó en 2005 con el entonces presidente republicano, la oposición ha tenido que ceder para no perder su arma más valiosa: una minoría de bloqueo para las cosas verdaderamente relevantes. Las aguas ya bajan más mansas tras la (probablemente) última tormenta previa a las vacaciones de verano.

De propina: ¿echabais de menos al exvicepresidente Dick Cheney? No lo hagáis. Seguro que le vemos más ahora que su hija Liz ha decidido desafiar en primarias al senador de su propio partido Mike Enzi.

La bola de cristal: tengo ganas de escuchar la excusa que inventará el GOP en la próxima campaña tras haber troceado y condenado a muerte la reforma del sistema de inmigración. Va a estar divertido.

lunes, 20 de mayo de 2013

Obama capeando el temporal

La navidad ha llegado con seis meses de adelanto para los republicanos. La revelación de que el IRS inspeccionó a grupos conservadores por motivos ideológicos es el escándalo perfecto para unir al partido: hace realidad todas las paranoias de "gobierno Gran Hermano" de los libertarios y la maldad instrínseca que los republicanos ven en Obama. Todos ganan, salvo la Casa Blanca.

Además el momento también es bueno. Justo después de las últimas revelaciones sobre el fiasco del consulado de Bengasi y poco antes de que el Departamento de Justicia reconociera haber pinchado telefonos de periodistas de Associated Press. Lo suficiente para que dé la impresión de que a la Casa Blanca se le acumulan los problemas y así poner al presidente a la defensiva. Tampoco ayudó que el presidente tardara tres días en salir a dar explicaciones. Para cuando dijo que se había enterado del asunto por la prensa, que le parecía inaceptable y anuncio el despido del jefe del IRS ya era tarde.

Por suerte para el presidente, los republicanos saben que les ha caído una bendición del cielo pero tienen muy claro qué hacer con ello. Empezó el presidente de la Cámara de Representantes John Boehner muy contundente: "no me interesa quién va a dimitir por esto, me interesa quién va a ir a la cárcel". Otros incluso hablaban ya de impeachment y sacaban comparaciones con Nixon. Sin embargo ahora les ha entrado un miedo bien justificado a pasarse de frenada. En el el fondo saben que Obama está de retirada y tienen que buscar escándalos que lleguen vivos a las elecciones de 2016.

Lo que es indudable es que el clima ha cambiado y que por primera vez desde el pasado noviembre el viento sopla del lado republicano. Cierto es que no sería el primer escándalo que Obama esquiva con habilidad. Temas como Fast&Furious o el siempre pospuesto cierre de Guantánamo no le han hecho mella. Esto, sin embargo, es diferente. No es un asunto extranjero ni una rareza conspirativa, ni el desastre lejano de Bengasi ni la indignación periodística de lo de AP... Como decía un analista esta semana, la diferencia es que no hay un sólo estadounidense que no sepa qué es y qué hace el IRS. Por la cuenta que les trae cuando presentan la declaración de la renta.

De propina: y parece que el propio IRS ya tiene sus culpables. Dos empleados de la oficina de Cincinatti que habrían sido "demasiado agresivos" con los grupos de derecha. Me resulta extraño que nadie de arriba supiera nada.

La bola de cristal: por no decir que es imposible.

lunes, 13 de mayo de 2013

El lado más oscuro de Obama

No, el título no es un chiste malo. Es la constatación de que la presidencia de Obama ha llegado a ese punto al que suelen llegar todas las administraciones que se alargan en el tiempo: el momento en que aparecen los fantasmas. Los del actual presidente han terminado de explotar esta semana, cuando se ha sabido que el IRS se ha dedicado a inspeccionar a fondo los impuestos de grupos de derechas y ha quedado además claro que el gobierno hizo todos los esfuerzos para ocultar el papel del terrorismo en el asalto al consulado de Bengasi en Libia.

Ahora en Washington empieza la inevitable serie de preguntas: quién lo ordenó, quién lo sabía y cuándo lo supo. ¿Obama en persona? No es como si fuera el primer presidente que usa a los inspectores de Hacienda para perseguir a sus enemigos políticos ni la primera administración que maquilla una gran crisis internacional. Tampoco le pasará factura en las encuestas inmediatamente, donde el presidente goza de buena salud. El problema, como siempre, son las expectativas. No puedes ser el presidente de la esperanza y el cambio y a la vez producir la misma basura y usar los mismos trucos de toda la vida.

Ya es lamentable que se hagan 'inspecciones especiales' a las organizaciones que lleven en su declaración las palabras "tea party", "patriota" o que se declaren preocupadas por el gasto gubernamental. Casi más triste es que con un diplomático muerto la se editaran una y otra vez los informes de la CIA para camuflar la naturaleza del ataque. Y sin embargo son dos caras de la mis moneda: que la primera prioridad para un gobierno es ocultar sus fallos y mantenerse fuerte en el poder. El resto, incluido el 'Yes we can', es poesía. Y en los segundos mandatos se lleva más la prosa.

De propina: el escándalo del IRS suena mucho a Nixon. Pero que nadie se engañe, otro al que también le gustaba mandarle los inspectores a sus enemigos políticos era al ícono liberal Fanklin D. Roosevelt. 

La bola de cristal: sin embargo ya veréis como Obama no se lleva gran culpa por lo de Bengasi. A fin de cuentas el presidente ya está de retirada y los republicanos pueden intentar derribar a toda una pieza de caza mayor, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton. A esa sí que les interesa tirarla del caballo.

lunes, 22 de abril de 2013

Las consecuencias políticas del atentado de Boston

Aunque cuatro muertos sean normalmente un pie de página en la prensa nacional estadounidense, el atentado de Boston es mucho más que el drama de los tres asistentes a la maratón y el policía tiroteado mientras iba a la caza de los autores. Mucho más que los dos centenares de heridos y los dos días que ha pasado Boston en estado de sitio. La violencia ciega, premeditada e indiscriminada siempre deja una consecuencia política pero en este punto tiene la oportunidad de darle la vuelta a la agenda legislativa del país.

Primero tenemos que los supuestos responsables son dos inmigrantes legales de origen checheno, justo ahora que por fin ocho senadores de ambos partidos se habían puesto de acuerdo en una reforma de la política de inmigración que hace mucha falta. Dos jóvenes que entraron en el país como refugiados, que recibieron becas educativas y que sin embargo golpearon con saña contra el país que les había acogido. Es como para reflexionar sobre el asilo y la integración, pero además abre la puerta a aquellos que quieren una política de simple mano dura y fronteras cerradas. Se ha creado un buen caldo de cultivo emocional para el miedo al emigrante. Lo cierto es que el punto más controvertido de la ley era la posibilidad de nacionalización para más de diez millones de 'sinpapeles' y eso poco tiene que ver con los hermanos Tsarnaev que estaban en el país de forma legal, pero eso no va a detener a los muchos enemigos de la legislación. Un ambiente en que se vea al extranjero como peligroso siempre les beneficia y si la semana pasada era el congresista Steve King quien relacionaba las dos cosas hoy ha sido el poderoso líder republicano del comité judicial del Senado, Chuck Grassley.

También debería surgir un debate sobre cómo el Senado acaba de echar atrás un muy limitado intento de control de armas que se basaba en analizar los antecedentes. Los dos sospechosos habían estado vigilados por el FBI y sin embargo pudieron comprar armas y usarlas en un tiroteo que dejó un policía muerto. Obama podría usarlo como argumento pero lo cierto es que en líneas generales, el terrorismo siempre beneficia políticamente a los republicanos. Una nación asustada se vuelve hacia el que más mano dura promete y si uno estudia las últimas citas electorales siempre se da cuenta de lo mismo: si la conversación va de economía, bienestar, sanidad... Se imponen los demócratas. Si la cosa se centra en seguridad nacional o defensa, los republicanos se llevan el debate.

Cuando el Senado no pudo sacar adelante esta tímida reforma sobre las armas Obama lo llamó "una vergüenza" y dijo que había sido sólo "el primer asalto". Si los senadores ya mostraron poco interés por jugarse su carrera en una medida que tenía pocas posibilidades de ser refrendada por la mayoría republicana en Cámara de Representantes, ahora la cosa pinta mucho peor y no sólo políticamente. Una persona asustada tiene muchas más posibilidades de querer un arma en su mesilla sin ningún trámite administrativo de por medio... Aunque la siguiente frase de un senador estatal de Arkansas es desafortunada, también encierra algo de verdad: "Me pregunto cuántos liberales de Boston pasaron la noche acobardados en su casa y deseando tener un AR-15 con n cargador de alta capacidad".

De propina: interesante teoría también la del congresista republicano de Texas Louie Gohmert. Al Qaeda entrena agentes para que se hagan pasar por hispanos para cruzar la frontera desde Méjico como iñegales. Se ve que a él todas las pieles marrones le parecen iguales.

La bola de cristal: por cierto que el expresidente George W. Bush va saliendo del ostracismo para decir por ejemplo que quiere que su hermano Jeb se presente a presidente. Él sigue siendo muy impopular pero aún así el apellido ayudaría: dinero y grandes contactos.

domingo, 10 de marzo de 2013

Cenando con su enemigo: Obama tiende puentes

Lo único bueno de llevar una semana peleando con esta maldita gripe es que a uno le deja tiempo para actualizar el blog... Por lo menos eso!

Dos horas y veinte minutos han sido suficientes para cambiar, aunque sea un poco, el clima en Washington. Las dos horas y veinte minutos que duró la cena del presidente Obama con un selecto grupo de doce senadores republicanos el pasado miércoles. Tras un primer mandato de oposición salvaje y un inicio del segundo con una Casa Blanca muy combativa, el fracaso a la hora de evitar la entrada en vigor del 'sequester' puede haber templado lo suficiente los ánimos como para que sepueda pensar en llegar a acuerdos.

Parece que todo el mundo salió con un buen sabor de boca y la cordialidad del encuentro ha encendido de nuevo las conversaciones sobre un posible "Grand Bargain", es decir, un gran acuerdo a largo plazo para reducir el déficit en el que los republicanos accedan a subir los impuestos y los demócratas a recortar la espiral de gasto provocada por programas sociales de 'entitlements' como Medicare o Social Security. Al menos hay esperanza, como ha apuntado uno de los asistentes, el senador republicano Tom Coburn:
"Es el primer paso que el presidente ha dado para acercarse y hacer como otros presidentes en el pasado -- desarrollar relaciones y construir confianza. Si continuan haciendo eso, así es como se empieza a conseguir hacer algo"
Además de su cena con esos senadores que podriamos llamar moderados, Obama ha estado permanentemente al teléfono con otros republicanos y ha invitado a comer en la Casa Blanca a los dos pesos pesados de la Cámara de Representantes en materia de presupuestos: el republicano Paul Ryan y el demócrata Chris Van Hollen. Para esta semana además va a visitar el Capitolio para reunirse con cada uno de los dos partidos en las dos cámarar. El presidente se ha puesto manos a la obra en la causa del bipartidismo al darse cuenta de que si no, poco futurohay para sus planes sobre el déficit pero también en materia de inmigración, armas, energía...

En este nuevo enfoque Obama no sólo abandona la retórica dura de los últmos tiempos sino que también cambia lo que ha sido su forma habitual de relacionarse con el Congreso: hasta ahora el presidente había dejado que el vicepresidente Joe Biden se ocupara de pelear en el Capitolio y él había tratado casi exclusivamente con el líder republicano John Boehner. Ahora intenta precisamente lo contrario, cultivar lazos con legisladores de a pie y excluir en cierto modo al speaker Boehner y al líder republicano en el Senado Mitch McConnell, que sin ir más lejos se han cerrado en banda a hablar siquiera de nuevos impuestos.

Por si alguien le interesa, por cierto, fue Obama personalmente el que se hizo cargo de la factura de la cena con los senadores. Todo sea por el acuerdo.

De propina: el país tiene ganas de acuerdo, desde luego, si no es difícil explicarse esta frase de todo un conservador como el exsenador y hoy gobernador de Kansas, Sam Brownback "Necesitamos a Ted Kennedy. Es difícil decirlo para un tipo como yo, pero Ted hablaría con los del otro lado y diría 'por el bien del país, necesitamos resolver este prolema'. Necesitas gente que tome la responsabilidad así"

La bola de cristal: Obama dijo a los senadores que habría que llegar a un "Grand Bargain" en tres o cuatro meses. Yo creo que si no es en ese plazo, no será.

lunes, 4 de marzo de 2013

SEQUESTER Los republicanos, ni un paso atrás

El fin de mundo ha llegado, otra vez. Tras el fracaso anunciado de una reunión de última hora para guardar las apariencias, el recorte arbitrario de 85.000 millones conocido como 'sequester' ya está en vigor, sus consecuencias empiezan lentamente a sentirse y además sin fecha prevista para solucionarse.

Los demócratas siempre pensaron que como los brutales recortes afectaban tanto a la defensa, los republicanos se lo iban a pensar dos veces antes de dejar que se hicieran realidad. También esperaban que cedieran para no pagar el precio electoral que tendrá cabrear a los muchos ciudadanos afectados y que aceptaran un acuerdo, pero no. Como ha dicho el congresista demócrata Gerry Connolly (Virginia): "Hemos perdido la apuesta en cuán intransigente puede ser la mayoría republicana. Cometimos un error apostando a que al final habría un compromiso razonable. Apostamos a eso y perdimos".

Preocupados por paracer "blandos" ante sus bases de cara a las próximas primarias republicanas, los líderes del partido en el Congreso lo han dejado bien claro: no alcanzarán ningún acuerdo que conlleve recaudar más dinero con los impuestos, ni siquiera a través de eliminar deducciones. El speaker de la Cámara de Representantes John Boehner lo ha dejado bien claro: "El presidente logró 650.000 millones subiéndole los impuestos a los americanos el uno de enero, ¿cuánto más quiere? ¿Cúando va a ocuparse del gasto?"

Boehner se refería desde luego a la negociación del Abismo Fiscal en la que Obama logró que no se renovaran los recortes de impuestos a los más ricos impulsados por George W. Bush. Los republicanos saben bien que perdieron aquella batalla y que no pueden permitirse caer de nuevo. Los líderes se juegan sus puestos si pactan otra subida de impuestos y los congresistas y senadores no quieren que les desafíen en las primarias de su propio partido por votar algo así. La única esperanza para un acuerdo es que los efectos del 'sequester' se empiecen a sentir y los republicanos sufran la presión popular. De momento y tal vez por unos meses, no parece probable.

De propina: la buena noticia es que Obama y Boehner por lo menos están de acuerdo en no echar el cierre al gobierno federal y ampliar el presupuesto en vigor para que no se quede sin dinero a finales de marzo. Al menos esa otra crisis artificial tiene pinta de que se ha evitado.

La bola de cristal: Mitt Romney sigue alejándose del papel discreto que tradicionalmente tiene el candidato perdedor. En una entrevista ha confesado que "le mata" no haber ganado y que en su corazón, creyó que lo lograría hasta el día de las elecciones. Sigue ejerciendo de mal perdedor pero creo que al final tendrá que resignarse al hecho de que en su partido, lo han olvidado.

viernes, 1 de marzo de 2013

Obama vence en la batalla de las nominaciones

El presidente Obama se la jugó con el nombramiento de su gobierno y de momento, le sale bastante bien. Más confiado que en su primer mandato, incluyó figuras polémicas a sabiendas de que su confirmación en el Senado levantaría una buena polvareda. Cogió a un excandidato presidencial como John Kerry para secretario de Estado, pero su experiencia y contactos tras décadas en la cámara hacían difícil pensar. El gran escollo iba a ser la oposición al nombramiento del exsenador Chuck Hagel como secretario de Defensa. Ya lo contamos aquí: un republicano, sí, pero también el peor azote de George W. Bush contra el fracaso de la guerra en Iraq y on n historial complejo hacia Israel.

Pues bien, a pesar de las reticencias iniciales y de una actuación bastante desastrosa en su interrogatorio ante el comité, Hagel ha sido confirmado por la cámara. Los republicanos no tuvieron el cuajo o los argumentos necesarios para filibustear la votación y su nombramiento salió adelante por 58 votos contra 41, logrando incluso que cuatro de sus excompañeros de partido le dieran el sí. Una victoria para el presidente Obama que hace gala así de un renovado músculo políticoy bastantes menos complejos de cara a este segundo mandato.

Tras Kerry y Hagel, también ha recibido el visto bueno del Senado Jack Lew, que por tanto pasa de ser jefe de gabinete de Obama a secretario del Tesoro. Aunque las fuertes críticas a Hagel le han hecho pasar desapercibido, lo cierto es que su confirmación tampoco estaba asegurada. Durante su etapa en la Casa Blanca no había hecho demasiados amigos en el Senado y además su historial financiero tenía algún que otro punto oscuro, pero con todo ello ha logrado la luz verde en una cómoda votación 71-26 llevándose inluso una veintena de votos republicanos.

Al presidente aún le quedan muchas confirmaciones pendientes, como la controvertida apuesta por John Brennan como director de la CIA.

De propina: como ya anticipamos, los políticos necesitan guardar las apariencias antes de que mañana entren en vigor los terribles recortes del llamado 'Sequester'. Puede que solo para hacerse la foto, pero el speaker John Boehner y Obama se van a ver el, viernes.

La bola de cristal: ...y no creo yo que sirva para nada.

martes, 26 de febrero de 2013

SEQUESTER El juego de la culpa

Este próximo viernes, uno de marzo, entra en vigor el llamado 'sequester". Ya explicamos por aquí que es un conjunto de recortes presupuestarios automáticos por valor de 85.000 millones que hacen peligrar la recuperación económica. Pues bien, a tres días de ese desastre, nada se mueve. No hay reuniones previstas ni se está negociando, parece que la Casa Blanca y los republicanos han asumido que van a hacerse realidad y ya han pasado al siguiente capítulo: tratar de echarle la culpa al otro.

Los republicanos defienden que todo esto del 'sequester' fue para empezar idea de Obama y que por tanto, la culpa de los desastres por llegar es del presidente. Los demócratas, por el contrario, dicen que los republicanos se niegan a negociar sólo para salvar a los ricos de pagar más impuestos. La gracia es que toda esta historia se diseñó para 'meter miedo', es decir, para ofrecer una alternativa tan terrible que a los republicanos y a los demócratas no les quedara más remedio que llegar a un acuerdo... pero incluso ellos mismos han minusvalorado su capacidad para encabezonarse.

El viernes se acerca inexorable y los diferentes departamentos del gobierno federal tienen que empezar a pensar de dónde recortar y tienen alrededor de un mes. Los expertos pronostican despidos de empleados públicos, ralentización de servicios...

De propina: en este juego destructivo de echarse la culpa, parece que Obama va ganando. Según esta encuesta el 45% de los estadounidenses piensa que el 'sequester' es responsabilidad de los republicanos y sólo un 32% mira hacia el presidente.

La bola de cristal: y lo peor está aún por llegar. El 27 de este mes concluye el último aplazamiento del presupuesto así que si congresistas y senadores no toman cartas en el asunto, habrá que echar el cierre al gobierno... con las consecuencias que ya explicamos la última vez que surgió el problema.




jueves, 21 de febrero de 2013

SEQUESTER el uno de marzo se acaba el mundo... otra vez

Primero fue el techo de deuda, después el precipicio fiscal, luego de nuevo el techo de deuda y ahora el 'sequester'. Estados Unidos vive una tortura económica autoimpuesta, siempre al fino de un nuevo cataclismo económico que por suerte se ha venido evitando hasta ahora. Pero empecemos desde el principio: ¿qué es el sequester?

Es el nombre que se le ha dado a los recortes que entrarán en vigor automáticamente el próximo uno de marzo y que son resultado de los diferentes parches con los que se han superado las crisis del pasado que antes mencionaba. Para salvar la primera crisis del techo de deuda, se llegó al acuerdo de programar unos brutales recortes para finales de 2012 en la esperanza de obligar así a demócratas y republicanos a llegar a un acuerdo: los primeros por salvar los programas sociales y los segundos por evitar el recorte en defensa, que es la mitad de todo el tijeretazo previsto por el sequester. Tenían que haber entrado en vigor el pasado 31 de diciembre en lo que se llamó el precipicio fiscal o fiscal cliff, pero un acuerdo de última hora los aplazó tres meses hasta llegar a donde estamos.

A pesar de los escalofríos que les provoca el tajo que se va a llevar la defensa, los republicanos están decididos a no ceder. Su principal portavoz en temas presupuestarios, el excandidato vicepresidencial Paul Ryan, ha dicho que se negarán a cualquier acuerdo que incluya aumentar los ingresos. Dado que los demócratas se negarán a cualquier solución que pase sólo por el recorte, el drama está servido. Obama por su parte se esfuerza en poner el foco en los bomberos o militares que sufrirán las consecuencias incluso perdiendo su empleo.

El presidente quiere poner toda la presión sobre la oposición para que si no hay acuerdo antes del uno de marzo, y no parece que lo vaya a haber, los republicanos se lleven la culpa. Yo diría que tiene las de ganar porque el argumento republicano es difícil de comprender: dicen que los recortes amenazan la seguridad nacional pero los apoyan porque no quieren más deuda. El tema es que si los grandes financieros y la industria militar le ven las orejas al lobo van a presionar muy duramente a sus amigos republicanos del Congreso... y a ver hasta dónde resisten. La respuesta la tendremos de aquí al día uno.

De propina: y los republicanos llegan a la batalla en un momento complicado. Por un lado Obama está en su máximo nivel de aprobación de los últimos tres años, un 55%, mientras que sus oponentes republicanos están más bien al contrario. Sólo un 22% de los estadounidenses se consideran republicanos.

La bola de cristal: mirad que voy con tres años de adelanto y me expongo a dar un patinazo tremendo... pero aún así: creo que el presidenciable senador Marco Rubio lo lleva mal para las primarias y muy mal para las generales. Ahí queda.

jueves, 14 de febrero de 2013

TITULARES State of the Union: Obama, listo para la lucha

Que Obama está crecido desde su victoria... de eso no queda duda. Al igual que sucedió con su discurso inaugural, el primer Estado de la Unión de su segundo mandato ha sido combativo. Ante el Congreso en pleno desplegó toda una agenda liberal y ambiciosa, aún a sabiendas de que tiene apenas un año para intentar que se la aprueben antes de pasar a ser casi irrelevante, como todos los presidentes que enfilan el final de su último mandato. Aquí podéis ver el discurso completo y este es el texto por si queréis leerlo, los enlaces que acompañan al post son de segmentos concretos.


ARMAS:
- Control de antecedentes antes de comprar un arma y restricción de armas de guerra y cargadores de alta capacidas. En el momento más emotivo del discurso y recordando a las víctimas, pidió al Congreso que al menos acceda a votarlo.


CRISIS
- Obama presume de logros y da casi por finiquitada la crisis: "Juntos hemos limpiado los escombros de la crisis y podemos decir con renovada confianza que el estado de nuestra unión es más fuerte".
- Invita al Congreso a aprobar una ley que facilite la refinanciación de hipotecas a familias.
- Pide que suban el salario mínimo a 9 € la hora y que lo liguen a la inflación.

DEFENSA:
- Apoyo a la reintegración a la vida civil de los veteranos.
- Fortalecer la preparación contra los ataques informáticos, la 'ciberguerra'

DÉFICIT
- Invita a ambos partidos a hacer una reforma consensuada y se muestra dispuesto a hacer concesiones dolorosas como recortar en las joyas de la corona demócrata, como Medicare, pero siempre a cambio de que los más ricos contribuyan más a través de los impuestos.
- Es hora de acabar para siempre con las grandes crisis artificiales (fiscal cliff, techo de deuda, sequester) y lograr un acuerdo a largo plazo.


ELECCIONES
- Una comisión bipartita para acabar con las largas esperas electorales encabezada por los abogados de las campañas de Romney y del propio Obama.



ENERGÍA
- Creación de un fondo que use parte de los beneficios de las explotaciones públicas de gas y petróleo para la investigación en eficiencia energética.

EDUCACIÓN:
- Presión a las universidades para que bajen precios, baj advertencia de que podrían perder ayudas y distinciones federales.



INVERSIÓN
- Un plan para reparar infraestructuras de transporte para favorecer la instalación de empresas.
- Dice que ninguna de sus propuestas

POLÍTICA EXTERIOR:
- Fin de la operación en Afganistán para diciembre de 2014
- Advertencias a Corea del Norte e Irán por su programa nuclear y apoyo a Israel
- Impulso a una zona de libre comercio con Europa
- Apoyo a las revueltas democráticas en Oriente Próximo con advertencia de que sean inclusivas.
- Lucha contra la pobreza y el SIDA

De propina: la respuesta republicana corrió a cargo de la estrella del momento, el senador de Florida Marco Rubio. Tristemente para él, lo único que trascendió fue este embarazoso momento en el que tuvo que salirse del plano para beber agua en directo. Hay que decir en su honor que al menos se lo ha tomado con buen humor.

La bola de cristal: un buen amigo del blog nos llama la atención sobre el desplome de la popularidad de Bobby Jindal en el estado que gobierna justo ahora que debe empezar a preparar su campaña para las primarias presidenciales. Es pronto aún para pensar que se deshincha.

lunes, 4 de febrero de 2013

FLASHPOST Repaso a la NRA... ¡En Fox News!

Chris Wallace le atiza de lo lindo al vicepresidente de la Asociación Nacional del Rifle, Wayne LaPierre. Probablemente no se esperaba eso "jugando en casa" pero se ve a Wallace indignado ante el último y beligerante spot de la NRA en el que acusaba a Obama de hipocresía por no apoyar la iniciativa de poner guardias armados en las escuelas mientras a sus hijas las protegen guardaespaldas. "¿De verdad cree que las hijas del presidente representan el mismo objetivo que cualquier otro alumno del país? Eso es ridículo y usted lo sabe". Y a partir de ahí le caen todas juntas. Aquí os dejo el vídeo, en inglés.

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