El fin de mundo ha llegado, otra vez. Tras el fracaso anunciado de una reunión de última hora para guardar las apariencias, el recorte arbitrario de 85.000 millones conocido como 'sequester' ya está en vigor, sus consecuencias empiezan lentamente a sentirse y además sin fecha prevista para solucionarse.
Los demócratas siempre pensaron que como los brutales recortes afectaban tanto a la defensa, los republicanos se lo iban a pensar dos veces antes de dejar que se hicieran realidad. También esperaban que cedieran para no pagar el precio electoral que tendrá cabrear a los muchos ciudadanos afectados y que aceptaran un acuerdo, pero no. Como ha dicho el congresista demócrata Gerry Connolly (Virginia): "Hemos perdido la apuesta en cuán intransigente puede ser la mayoría republicana. Cometimos un error apostando a que al final habría un compromiso razonable. Apostamos a eso y perdimos".
Preocupados por paracer "blandos" ante sus bases de cara a las próximas primarias republicanas, los líderes del partido en el Congreso lo han dejado bien claro: no alcanzarán ningún acuerdo que conlleve recaudar más dinero con los impuestos, ni siquiera a través de eliminar deducciones. El speaker de la Cámara de Representantes John Boehner lo ha dejado bien claro: "El presidente logró 650.000 millones subiéndole los impuestos a los americanos el uno de enero, ¿cuánto más quiere? ¿Cúando va a ocuparse del gasto?"
Boehner se refería desde luego a la negociación del Abismo Fiscal en la que Obama logró que no se renovaran los recortes de impuestos a los más ricos impulsados por George W. Bush. Los republicanos saben bien que perdieron aquella batalla y que no pueden permitirse caer de nuevo. Los líderes se juegan sus puestos si pactan otra subida de impuestos y los congresistas y senadores no quieren que les desafíen en las primarias de su propio partido por votar algo así. La única esperanza para un acuerdo es que los efectos del 'sequester' se empiecen a sentir y los republicanos sufran la presión popular. De momento y tal vez por unos meses, no parece probable.
De propina: la buena noticia es que Obama y Boehner por lo menos están de acuerdo en no echar el cierre al gobierno federal y ampliar el presupuesto en vigor para que no se quede sin dinero a finales de marzo. Al menos esa otra crisis artificial tiene pinta de que se ha evitado.
La bola de cristal: Mitt Romney sigue alejándose del papel discreto que tradicionalmente tiene el candidato perdedor. En una entrevista ha confesado que "le mata" no haber ganado y que en su corazón, creyó que lo lograría hasta el día de las elecciones. Sigue ejerciendo de mal perdedor pero creo que al final tendrá que resignarse al hecho de que en su partido, lo han olvidado.
Los demócratas siempre pensaron que como los brutales recortes afectaban tanto a la defensa, los republicanos se lo iban a pensar dos veces antes de dejar que se hicieran realidad. También esperaban que cedieran para no pagar el precio electoral que tendrá cabrear a los muchos ciudadanos afectados y que aceptaran un acuerdo, pero no. Como ha dicho el congresista demócrata Gerry Connolly (Virginia): "Hemos perdido la apuesta en cuán intransigente puede ser la mayoría republicana. Cometimos un error apostando a que al final habría un compromiso razonable. Apostamos a eso y perdimos".
Preocupados por paracer "blandos" ante sus bases de cara a las próximas primarias republicanas, los líderes del partido en el Congreso lo han dejado bien claro: no alcanzarán ningún acuerdo que conlleve recaudar más dinero con los impuestos, ni siquiera a través de eliminar deducciones. El speaker de la Cámara de Representantes John Boehner lo ha dejado bien claro: "El presidente logró 650.000 millones subiéndole los impuestos a los americanos el uno de enero, ¿cuánto más quiere? ¿Cúando va a ocuparse del gasto?"
Boehner se refería desde luego a la negociación del Abismo Fiscal en la que Obama logró que no se renovaran los recortes de impuestos a los más ricos impulsados por George W. Bush. Los republicanos saben bien que perdieron aquella batalla y que no pueden permitirse caer de nuevo. Los líderes se juegan sus puestos si pactan otra subida de impuestos y los congresistas y senadores no quieren que les desafíen en las primarias de su propio partido por votar algo así. La única esperanza para un acuerdo es que los efectos del 'sequester' se empiecen a sentir y los republicanos sufran la presión popular. De momento y tal vez por unos meses, no parece probable.
De propina: la buena noticia es que Obama y Boehner por lo menos están de acuerdo en no echar el cierre al gobierno federal y ampliar el presupuesto en vigor para que no se quede sin dinero a finales de marzo. Al menos esa otra crisis artificial tiene pinta de que se ha evitado.
La bola de cristal: Mitt Romney sigue alejándose del papel discreto que tradicionalmente tiene el candidato perdedor. En una entrevista ha confesado que "le mata" no haber ganado y que en su corazón, creyó que lo lograría hasta el día de las elecciones. Sigue ejerciendo de mal perdedor pero creo que al final tendrá que resignarse al hecho de que en su partido, lo han olvidado.
No se le puede echar toda la culpa a los republicanos, Estos últimos tres meses el presidente no hizo nada por realizar acuerdos y ceder aunque sea ''algo'' de su proyecto. Es un presidente que gasta mucho más de lo que debería y no ha hecho nada por reducir el déficit, no se puede esperar que los republicanos cooperen si Obama, quien es el que está al mando, no lo hace, por eso digo que para mi AMBOS tienen la culpa de igual manera.
ResponderEliminarA mi sin embargo me pareció que Romney se comportó mucho menos arrogante que en la entrevista que dió justo despues de las elecciones, reconoció sus fallas, lo que lo dañó y reconoció que hizo muy mal trabajo con los hispanos, y se dio cuenta del daño que le hizo a su campaña eso del ''47%''. Me pareció una muy buena entrevista, un buen ejemplo de lo que Romney es en realidad y no esa imagen de arrogante y artificial que muchos medios le daban en la campaña