Mostrando entradas con la etiqueta Senado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Senado. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de octubre de 2013

Ganadores y perdedores de la guerra del Shutdown

PERDEDORES

John Boehner
Un pequeño desastre. Se vio arrastrado a una guerra que no quería, por un motivo que no compartía y tampoco la ha gestionado demasiado bien. Con todo, lo peor es que ha vuelto a quedar como lo peor que se puede quedar en Washington: como alguien sin poder. Incapaz de liderar a los suyos, no pudo conseguir ni que le aprobaran un acuerdo, sino que no le quedó más remedio que coger el del Senado y ver la mayoría de los suyos votaban en contra. Puestos a sacar algo positivo: ha salvado el pellejo. Los conservadores han quedado lo bastante contentos como para que una revuelta interna no derribe al speaker.

Estados Unidos
Más allá de esta imagen lamentable, con más de dos semanas de cierre gubernamental y un acuerdo de ultimísima hora para evitar la quiebra, el problema está en el futuro. El problema ha quedado aplazado hasta principios del año próximo pero los republicanos ya han anunciado que volverán a dar batalla y que aprovecharan las dos fechas límite para exigir recortes en Obamacare. El problema fundamental, el de las crisis artificiales creadas por un sistema político disfuncional, sigue ahí,

A MEDIAS

Ted Cruz
El senador de Texas está de moda. Los liberales lo aborrecen, pero eso no es necesariamente malo de cuando uno quiere que los republicanos lo elijan como su candidato a presidente. Ha sido el rostro de su bando pero su estrategia, si es que la había, ha funcionado mal y ha empeorado la derrota. Ha hecho muchos enemigos en su propio bando y no tengo muy claro que el balance sea positivo.

Los republicanos de la Cámara
En su mayoría, casi no van a notar la diferencia. Representan distritos tan conservadores que las posibilidades de que un demócrata pueda con ellos son casi insignificantes. Respecto a esos pocos 'moderados', si es que se los puede llamar así, han conseguido evitar el desastre y forzar a Boehner para que permitiera que se votara el acuerdo final. La imagen del partido está por los suelos, pero ellos pueden aún sobrevivir.

GANADORES

Obama y los demócratas
Ya explicamos que el presidente entraba en esta partida con muy buenas cartas, pero además las ha jugado bien. Dijo que no iba a negociar y no negoció, resistió la presión y empujó a la opinión pública contra los republicanos. Es difícil negarte a pactar y a la vez explicar que es la postura más responsable pero lo ha logrado. Y al premio evidente de la victoria se le suma el favor que le han hecho los republicanos: la puesta en marcha del mercado de seguros de Obamacare ha sido un absoluto desastre pero casi no se ha hablado de ello por el follón del cierre gubernamental y el techo de deuda. Obama no puede pedir más.

Harry Reid
Otro que se ha mantenido fuerte y no ha dado su brazo a torcer. El líder de la mayoría demócrata del Senado ha mantenido una buena sintonía con la Casa Blanca y, sobre todo, ha logrado que los suyos actuaran unidos a lo largo de toda la crisis. La comparación con la anárquica mayoría que Boehner lidera en la Cámara no podía ser más evidente... Reid ha salvado Obamacare, así que el presidente tiene mucho que agradecer a un senador que va a cumplir 74 años pero que no parece cansado ni aburrido.

Mitch McConnell
El líder republicano en el Senado dejó que sus compañeros de la Cámara de Representantes llevaran el protagonismo. Mantuvo un perfil bajo y dejó que el speaker Boehner se quemara para al final, como siempre, cerrar él el acuerdo. Puede que alguno conservador se lo reproche e intente hacérselo pasar mal en las primarias que tiene ahora mismo, pero seguro que el dinero agradecido de Wall Street le compensa electoralmente.

Rand Paul
El senador por Kentucky está en plena campaña de suavizar su imagen de cara a las primarias presidenciales de 2016. Y va bastante bien... Ha dejado que su compañero Ted Cruz liderara este esfuerzo suicida y ha adoptado un tono bastante más conciliador. Si este último ha sido derrotado, él salió victorioso de su batalla hace unos meses. Nunca será la primera opción del establishment, pero puede ser que ahora lo toleren algo más.

martes, 3 de septiembre de 2013

Así se ve Siria desde la mesa de Obama

Crossposted en Americaneo.com

Pongamos que hay una guerra, una guerra civil bien sanguinaria incluso para los sanguinolientos estándares de la guerra en general. Pongamos que esa guerra es además en un país musulmán y que tras dos años de matanzas el dictador de turno decide cambiar de estrategia y un 21 de agosto arroja gas Sarín en un suburbio de Damasco provocando la muerte, una muerte horrible, de 1400 personas. ¿Qué haces si eres el presidente de EEUU?

Pues primero que todo, te avergüenzas, porque has dejado pasar dos largos años dejando hacer a unos a otros en Siria y de aquellos polvos vienen estos lodos. Luego piensas en opciones: puedes intentar una resolución de Naciones Unidas al estilo Gadafi pero sabes bien que Rusia y China vetarán. Puedes también intentar una acción individual al estilo iraquí y mandar a una división de marines a repartir leña a Homs, pero resulta que una encuesta de Reuters Zogby te dice que un 96% de los estadounidenses se oponen a mandar soldados a Siria. Están ya escarmentados de aventuras en Oriente Próximo.

Tras este razonamiento decides tirar por la calle del medio porque en realidad, tú no tienes muy claro quién te viene bien que gane esta guerra. De un lado Assad: malo. Del otro los 'rebeldes': ¿quiénes? Pues hace dos años los moderados tenían mayor predicamento en la oposición pero ahora quién más manda en la amalgama de luchadores es, lógicamente, quien tiene las armas. ¿Y de dónde viene el dinero para las armas? De Qatar y de Arabia Saudí. ¿Y qué tipo de gente gusta por esos lares? Los extremistas suníes. Y Al Qaeda también anda cerca, como siempre.

Así que tú, desde el despacho Oval, tomas una importante resolución. Decides que vais a ignorar todas las matanzas hechas con armas convencionales y que vas a actuar como si lo único que te importara fueran las armas químicas. Así de paso te haces el fuerte porque es en su uso donde marcaste una cacareada "línea roja" que el gobierno sirio no debía cruzar y resulta que Assad la ha traspasado esprintando y la foto finish dice que sí, que el ataque fue del gobierno. Así que ahora has cambiado de objetivo. Para Siria no quieres paz, ni democracia, ni una simple tregua: lo único que quieres es que no se maten con armas químicas. Y ese es algo que puedes conseguir con menos esfuerzo.

Así que te pones a preparar un ataque y a filtrar como un loco a la prensa que estás preparando un ataque. De este modo consigues mandar un mensaje de "esto no se hace" al gobierno sirio, darle tiempo para que esconda sus misiles y vacíe edificios clave, y también le das tiempo a la parroquia doméstica para que se haga a la idea. Pero entonces llega lo inesperado: resulta que el Congreso quiere tener la última palabra y autorizar la operación. Y tus abogados te dicen que te puedes pasar a las cámaras por el arco y hacer lo que te venga en gana, pero el asunto es difícil.

Por un lado no hay nada peor para un presidente de EEUU que parecer débil y el colmo de la debilidad es pedir permiso para hacer algo para lo que no necesites permiso... ¡y que te lo nieguen! Sobre todo ahora que tu popularidad está en un mínimo histórico del 44%. Pero por otro lado, estaría muy bien poder compartir con el Congreso el precio político de la situación, porque no hay que olvidar que la misma encuesta te dice que un 56% de la población se opone a cualquier tipo de intervención en Siria. Y luego está, claro, que tienes aún unas cuantas leyes que te gustaría aprobar y no te conviene cabrear a los legisladores. Sobre todo cuando 186 de ellos, desde los demócratas más izquierdistas a los republicanos más libertarios han firmado una carta advirtiéndote de que no lo hagas.

Así que al final pides permiso pero no pides permiso. Le dices a las cámaras que te autoricen pero dejando claro que puede ser que lo hagas igual aunque te digan que no. El único problema es que el Congreso está en su receso de verano y no vuelve hasta el 9 de septiembre pero total, qué más da, si ya llevan dos años matándose pues que sigan dos semanas más. Dos semanas después y lo que dure el debate. Y la votación, y  lo que las dos cámaras tarden en acordar un texto común. Y que todo congresista tenga su minuto de gloria en televisión...

Y mientras tú esperas a que te llegue una resolución a la mesa, Assad hará lo que le venga en gana y cambiará de sitio cuanto no quiera ver destruido por los misiles Tomahawk. Y te tocará prometer el oro y el moro a medio congreso para que te apruebe un operación menor, y luego ya te quedará poco que prometer para que te ayuden con las nuevas leyes de inmigración. Eso además de que a la izquierda de tu partido no le gustas porque no les gustan los bombardeos, los republicanos libertarios creen que los quieres arrastrar a otro Iraq, los neocons opinan que eres una nenaza por no invadir directamente y a todos los demás siempre les queda decir eso de "mis votantes no ven la necesidad" o "mis votantes no lo entienden". Lo que además es una gran verdad.

De propina: ¿la buena noticia para Obama? Si el Congreso vota SÍ será difícil que los republicanos fuercen otra crisis del techo de deuda cuando éste expire a mediados de octubre. No es popular echar el cierre al gobierno mientras hay una operación militar en marcha.

La bola de cristal: el Senado dará su permiso con casi total seguridad, con el apoyo rotundo del excandidato presidencial John McCain. La cámara, tengo muchas más dudas.

miércoles, 31 de julio de 2013

Oposición salvaje

En un país como Estados Unidos, la capacidad de la oposición para fastidiar al gobernante es inmensa. Cuando la división de poderes funciona, y en Washington funciona y mucho, el sistema facilita miles de modos legales de poner palos en las ruedas. No hay mejor ejemplo que la batalla de la reforma sanitaria, la llamada ObamaCare.

El país parecía de acuerdo en que hacía falta la reforma, Obama lo convirtió en uno de los argumentos fundamentales de su primera campaña y fue elegido. Entonces comenzó un proceso legislativo más difícil que un parto, con mil batallas, hasta que finalmente un texto fue aprobado por ambas cámaras y  se convirtió en ley con firma del presidente. Uno pensaría que los republicanos, que se resistieron cuanto pudieron y un poco más, aceptarían la derrota y mirarían hacia delante... Pero ese uno no tiene ni idea de política estadounidense ni conoce el partido republicano de hoy en día.

Después de la aprobación de la ley, los gobernadores republicanos se negaban a aplicarla y la cosa llegó a la justicia. Los diferentes tribunales fueron pronunciándose hasta que la Corte Suprema, en una apretada decisión poco antes de las elecciones de 2008, dijo que la Reforma Sanitaria era constitucional. En fin, los jueces habían dicho la última palabra, ¿no? Pues efectivamente, no.

Porque los republicanos decidieron hacer de la reforma el eje de su campaña. Tanto el candidato Mitt Romney como el resto de los líderes del partido sintetizaron su rechazo en una simple promesa: derogar la Reforma Sanitaria el primer día de su mandato. Los votantes fueron a las urnas y votaron, y no eligieron al candidato que quería hacer desaparecer Obamacare, reeligieron al candidato que le había dado nombre. ¿Y qué hicieron los republicanos?

Pues parecía que, ¡al fin!, tirar la toalla. Después de una derrota rotunda, el speaker de la Cámara de Representantes John Boehner dijo que la elección había cambiado las cosas y anunció que Obamacare era "la ley del país". Ahí casi pensamos que iba a terminar el asunto pero con la negociación del nuevo presupuesto, el asunto ha resucitado. Porque puede que sea ley, puede que sea constitucional y puede que los votantes la avalaran, pero mientras el Congreso decida en qué se gasta el dinero público y los republicanos controlen una de las cámaras, la última palabra los está dicha.

Por eso el ala más dura de los republicanos tiene una nueva estrategia: si no puedes derogarla, simplemente quítale el dinero. Si el presupuesto no recoge un sólo dólar para aplicarla, ¿qué más da lo que diga la ley? Como estrategia es impecable, pero incluso algunos republicanos están inquietos por este modo de legislar "por la puerta de atrás" vía presupuesto. Principalmente porque saben que un presupuesto así jamás tendrá el acuerdo de la mayoría demócrata en el Senado y si no hay presupuesto, el gobierno federal tiene que echar el cierre, el 'shutdown' que explicamos hace unos meses. Y cuando manden a los funcionarios a casa y todo se paralice, las culpas van a volar y los republicanos tendrán que cargar con la mayor parte.

Por eso los líderes republicanos dudan. Escribir un nuevo capítulo de la guerra de Obamacare tiene muchos riesgos, sobre todo porque aunque Obama esté en horas bajas no va a renunciar a su logro legislativo más relevante. Tal vez sería más inteligente esperar a que entre vigor el grueso de la ley, que va a traer muchos problemas, y sacar tajada en la campaña de las presidenciales de 2012.

 De propina: lo mejor de este jaleo sanitario es que me ha evitado escribir de nuevo sobre la campaña de Anthony Weiner a la alcaldía de Nueva York. Ha tenido que reconocer que tras dimitir siguió intercambiando mensajes sexuales a través de la red y ya nadie se explica cómo su mujer, cercana a los Clinton, sigue apoyándole en este absurdo.

La bola de cristal: qué interesante va aestar la cosa para presidente en 2012. Hillary Clinton batiendo récords de donaciones sin haberse declarado aún candidata y las dos almas del partido republicano enfrentándose estos días en los medios: el gobernador de New Jersey Chris Christie y el senador de Kentucky Rand Paul.

miércoles, 17 de julio de 2013

Guerra en el Senado: la "opción nuclear"

El Senado es una cámara interesante gobernada por reglas antiguas, oscuras y diseñadas para lograr el máximo nivel de consenso. Para eso sirve en realidad el 'filibuster': como explicamos cuando Rand Paul lo usó hace poco, la teoría dice que a un senador no se le puede callar una vez que se le da la palabra y por tanto cuando desea bloquear un debate sólo tiene que hablar y hablar hasta que los partidarios de la medida se rindan. Obviamente los parlamentarios de tiempos pasados ya se dieron cuenta de que era bastante inoportuno que un solo senador pudiera bloquear el trabajo de la cámara, así que se inventó la llamada 'cloture', que no es otra cosa que un voto para cerrar el debate y proceder a la votación. Para lograr la 'cloture' se empezó necesitando una mayoría de dos tercios y hoy de 60 senadores entre cien. Así se preserva el espíritu de defensa de las minorías del 'filibuster' y se evita que una mayoría simple haga y deshaga a su antojo como sucedería en la Cámara de Representantes.

El problema es que el 'filibuster', el bloqueo por parte de la minoría, se pensó como un último recurso, una medida desesperada para casos muy graves. Sin embargo, dicen los demócratas, ahora la minoría republicana lo usa sin parar y no precisamente para detener leyes polémicas. La ley establece que multitud de nombramientos del gobierno deben recibir el "consejo y consentimiento" de la cámara, o lo que es lo mismo: que Obama nomina y el Senado confirma. Tradicionalmente los senadores se limitaban a comprobar que el designado tuviera una formación y experiencia aceptable pero en los últimos tiempos los republicanos se han puesto muy cicateros y eso es lo que ha llevado al líder demócrata en el Senado, Harry Reid, a decir basta.

Porque la oposición republicana no se limita a no confirmar a los nominados que le disgustan, sino que por ejemplo se niega a aprobar por ejemplo a cualquiera que vaya a encabezar un departamento del gobierno que ellos consideren prescindible. Por eso y ante el atasco de nominaciones del segundo mandato de Obama, Reid ya hace meses que amenaza a sus colegas republicanos con la 'opción nuclear'. Esto es básicamente decirles lo siguiente: "vosotros podéis hacer 'filibuster' a lo que sea con 41 votos pero yo con 51 demócratas puedo cambiar las reglas del Senado y acabar para siempre con el filibuster".

A cuenta de esto se ha armado un revuelo descomunal pero, como pasa siempre en Washington, a veces la simple amenaza tiene más efecto que el hecho consumado. Un reunión de última hora entre 
Reid y el líder republicano Mitch McConnell ha hecho que el primero no cambiara las reglas a cambio de que el segundo se comprometiera a dar luz verde a un gran paquete de nominaciones de Obama. Como pasó en 2005 con el entonces presidente republicano, la oposición ha tenido que ceder para no perder su arma más valiosa: una minoría de bloqueo para las cosas verdaderamente relevantes. Las aguas ya bajan más mansas tras la (probablemente) última tormenta previa a las vacaciones de verano.

De propina: ¿echabais de menos al exvicepresidente Dick Cheney? No lo hagáis. Seguro que le vemos más ahora que su hija Liz ha decidido desafiar en primarias al senador de su propio partido Mike Enzi.

La bola de cristal: tengo ganas de escuchar la excusa que inventará el GOP en la próxima campaña tras haber troceado y condenado a muerte la reforma del sistema de inmigración. Va a estar divertido.

jueves, 6 de junio de 2013

Cuando muere un senador

En esta vida política coreografiada al segundo hay ya pocos acontecimientos que dependan enteramente del azar, que sean por completo imprevisibles. Pero la muerte, de momento, sigue viniendo sin anunciarse en la mayoría de los casos y el pasado lunes visitó al senador demócrata de New Jersey Frank Lautenberg. Hubo elogios y también alguna lágrima, pero todo eso ocupó un espacio mínimo al lado de la gran pregunta urgente ¿qué pasa con su asiento en el Senado?

La decisión dependía del gobernador Chris Chistie, un republicano moderado que tiene encandilado a un estado de fuerte tradición demócrata y que quiere ser presidente en 2016. La ley le ofrecía tres opciones:
  1. Nombrar un sustituto de su agrado para que ocupe el escaño hasta que acabe el mandato del senador fallecido, en noviembre de 2014. Era la opción preferida de su partido porque daría al candidato tiempo para lucirse en el Senado, recaudar dinero y hacerse querer por los votantes. En un estado que no tiene un senador republicano desde 1979 era casi la única esperanza de victoria para el partido, pero además significaba que los republicanos del Senado contarían con un muy necesitado voto adicional. Los demócratas se daban cuenta perfectamente y dijeron bien alto que retrasar hasta entonces la elección era una manipulación, que había que preguntar a los electores.  
  2. Nombrar un sustituto hasta la siguiente cita electoral normal, la elección a gobernador del 5 de noviembre de este año. Los demócratas estarían de acuerdo y los republicanos se enfadarían, pero sería un opción barata de acudir pronto a las urnas sin convocar una elección especial.Hasta ahí bien pero la opción representaba un riesgo para el propio Christie. El demócrata más popular del estado, el alcalde de Newark Cory Booker, quiere presentarse al Senado y a Christie no le interesa coincider con él en la papeleta electoral. El gobernador tiene prácticamente asegurada la reelección pero si Booker ilusiona al electorado demócrata para que acuda a las urnas para enviarle al Senado, puede que ya de paso voten por cualquier demócrata que se presente contra Christie. 
  3. Nombrar un sustituto convocar una elección especial separada sólo para cubrir la vacante del senador muerto. Los demócratas estarían encantados de poner a Cory Booker en el Senado sin tener que acurdir a las urnas el mismo día que se vota al ultrapopular gobernador Christie, pero los republicanos renunciarían a sus pocas posibilidades de victoria. Además, supondría convocar una elección más, con el gasto público que eso supone.

¿Cuál creéis que ha escogido? Pues la opción tres, evidentemente. Ha preferido enfadar a su partido y costarle un asiento en el Senado a arriesgar aunque sea mínimamente su reelección. New Jersey irá a las urnas a escoger senador apenas dos semanas antes de la elección normal a gobernador. Chris Christie ha dicho que "ni sabe el precio de la elección ni le importa", pero debería. Se acaba de ganar unos cuantos enemigos más entre los republicanos de cara a las primarias presidenciales de 2016: los que le echarán en cara el derroche de tener dos elecciones por motivos partidistas y los que le acusarán una vez más de simpatizar con los demócratas. Después de haberse hecho fotos con Obama en la última campaña, esto seguro que también se lo recordarán.

De propina: la confirmación de que la National Security Agency recopila los datos de consumo telefónico de millones de estadounidenses es indignante, y va camino de abrir un nuevo frente para la Administración Obama cuando ya tiene acusaciones serias de ejercer de Gran Hermano. Se puede hacer gracias a las leyes del pánico aprobadas tras el 11-S por Bush, pero eso no le quita ni pizca de importancia.

La bola de cristal: y como era de esperar, los dos inspectores de impuestos a los que el gobierno les ha cargado encima el escándalo, dicen que actuaban obedeciendo órdenes de arriba. No hemos visto ni mucho menos el último capítulo del escándalo del IRS.

lunes, 22 de abril de 2013

Las consecuencias políticas del atentado de Boston

Aunque cuatro muertos sean normalmente un pie de página en la prensa nacional estadounidense, el atentado de Boston es mucho más que el drama de los tres asistentes a la maratón y el policía tiroteado mientras iba a la caza de los autores. Mucho más que los dos centenares de heridos y los dos días que ha pasado Boston en estado de sitio. La violencia ciega, premeditada e indiscriminada siempre deja una consecuencia política pero en este punto tiene la oportunidad de darle la vuelta a la agenda legislativa del país.

Primero tenemos que los supuestos responsables son dos inmigrantes legales de origen checheno, justo ahora que por fin ocho senadores de ambos partidos se habían puesto de acuerdo en una reforma de la política de inmigración que hace mucha falta. Dos jóvenes que entraron en el país como refugiados, que recibieron becas educativas y que sin embargo golpearon con saña contra el país que les había acogido. Es como para reflexionar sobre el asilo y la integración, pero además abre la puerta a aquellos que quieren una política de simple mano dura y fronteras cerradas. Se ha creado un buen caldo de cultivo emocional para el miedo al emigrante. Lo cierto es que el punto más controvertido de la ley era la posibilidad de nacionalización para más de diez millones de 'sinpapeles' y eso poco tiene que ver con los hermanos Tsarnaev que estaban en el país de forma legal, pero eso no va a detener a los muchos enemigos de la legislación. Un ambiente en que se vea al extranjero como peligroso siempre les beneficia y si la semana pasada era el congresista Steve King quien relacionaba las dos cosas hoy ha sido el poderoso líder republicano del comité judicial del Senado, Chuck Grassley.

También debería surgir un debate sobre cómo el Senado acaba de echar atrás un muy limitado intento de control de armas que se basaba en analizar los antecedentes. Los dos sospechosos habían estado vigilados por el FBI y sin embargo pudieron comprar armas y usarlas en un tiroteo que dejó un policía muerto. Obama podría usarlo como argumento pero lo cierto es que en líneas generales, el terrorismo siempre beneficia políticamente a los republicanos. Una nación asustada se vuelve hacia el que más mano dura promete y si uno estudia las últimas citas electorales siempre se da cuenta de lo mismo: si la conversación va de economía, bienestar, sanidad... Se imponen los demócratas. Si la cosa se centra en seguridad nacional o defensa, los republicanos se llevan el debate.

Cuando el Senado no pudo sacar adelante esta tímida reforma sobre las armas Obama lo llamó "una vergüenza" y dijo que había sido sólo "el primer asalto". Si los senadores ya mostraron poco interés por jugarse su carrera en una medida que tenía pocas posibilidades de ser refrendada por la mayoría republicana en Cámara de Representantes, ahora la cosa pinta mucho peor y no sólo políticamente. Una persona asustada tiene muchas más posibilidades de querer un arma en su mesilla sin ningún trámite administrativo de por medio... Aunque la siguiente frase de un senador estatal de Arkansas es desafortunada, también encierra algo de verdad: "Me pregunto cuántos liberales de Boston pasaron la noche acobardados en su casa y deseando tener un AR-15 con n cargador de alta capacidad".

De propina: interesante teoría también la del congresista republicano de Texas Louie Gohmert. Al Qaeda entrena agentes para que se hagan pasar por hispanos para cruzar la frontera desde Méjico como iñegales. Se ve que a él todas las pieles marrones le parecen iguales.

La bola de cristal: por cierto que el expresidente George W. Bush va saliendo del ostracismo para decir por ejemplo que quiere que su hermano Jeb se presente a presidente. Él sigue siendo muy impopular pero aún así el apellido ayudaría: dinero y grandes contactos.

martes, 2 de abril de 2013

El difícil equilibrio de Marco Rubio

Cuando Obama se impuso en 2008 acabó con una racha histórica que no tenía nada que ver con el color de su piel. Hacía 48 años, desde la victoria de John F. Kennedy en 1960, que ningún senador en ejercicio había sido elegido presidente. Cada minuto que un político pasa en la cámara, disminuyen sus posibilidades de ser presidente. Principalmente por la obligación de posicionarse todos los días ante la multitud de temas polémicos que pasan por la cámara. Cada voto que emiten queda grabado y no puede cambiarse, como bien aprendió Hillary Clinton tras apoyar la invasión de Irak y pagar luego un alto precio en las primarias de 2008.

Por eso no me queda más remedio que elogiar el valor de Marco Rubio. Cuando está bastante claro que quiere presentarse a presidente, ha decidido ponerse a la cabeza de un tema tan espinoso como la reforma de la inmigración. Aunque parezca una postura lógica por su condición de hijo de inmigrantes cubanos, políticamente es un movimiento arriesgado y encierra un doble mérito: primero porque su postura a favor de incluir una vía para que los 'sinpapeles' accedan a la ciudadanía le pueden hacer mucho daño entre el electorado de las primarias republicanos y segundo porque de todos los candidatos, por motivos obvios, es el único que no necesitaba congraciarse con la comunidad latina.

Tal vez piensa que está tan claro el papel hispano en la última derrota de Mitt Romney que sus rivales en primarias no se atreverán a atacarle por la inmigración, pero aún así se la juega. Por eso está tratando de bajar la velocidad a la reforma que negocian ocho senadores de ambos partidos. Trata así de construir un consenso más profundo que no espante mucho a los conservadores y presentar un texto que pueda pasar por el Senado con cierta holgura y tal vez así, superar el tramite más complicado de convencer a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

Por eso este fin de semana ha tratado de enfriar un poco las expectativas de un acuerdo inmediato, ganar tiempo para que los conservadores no sientan que se la están colando por la puerta de atrás. Rubio le ha prometido a las bases republicanas que la creación de la ley tendrá un proceso largo y abierto a enmiendas. Todos sabemos que eso eleva las posibilidades de un fracaso sonado, pero para Marco Rubio es casi más importante conservar su impecable currículum conservador y no hacerse enemigos en ese ala. Ya se ha arriesgado bastante.

De propina: dice el exspeaker y candidato presidencial Newt Gingrich que Obama ha sido el mejor comercial para los fabricantes de armas, disparando sus ventas ante el temor bastante infundado de que el presidente restrinja su compra. Lo peor es que esta vez lleva razón.

La bola de cristal: una de las grandes citas electorales del año es la elección a gobernador de Virginia. Allí el exjefe de campaña de Hillary Clinton, Terry McAuliffe, ha tenido la inteligencia de insinuarle a donantes y grandes estrategas que apoyarle es una buena manera de empezar a moverse en el ámbito de la probable candidaturade Hillary a la presidencia en 2016. Y creo que ha acertado.

domingo, 10 de marzo de 2013

Cenando con su enemigo: Obama tiende puentes

Lo único bueno de llevar una semana peleando con esta maldita gripe es que a uno le deja tiempo para actualizar el blog... Por lo menos eso!

Dos horas y veinte minutos han sido suficientes para cambiar, aunque sea un poco, el clima en Washington. Las dos horas y veinte minutos que duró la cena del presidente Obama con un selecto grupo de doce senadores republicanos el pasado miércoles. Tras un primer mandato de oposición salvaje y un inicio del segundo con una Casa Blanca muy combativa, el fracaso a la hora de evitar la entrada en vigor del 'sequester' puede haber templado lo suficiente los ánimos como para que sepueda pensar en llegar a acuerdos.

Parece que todo el mundo salió con un buen sabor de boca y la cordialidad del encuentro ha encendido de nuevo las conversaciones sobre un posible "Grand Bargain", es decir, un gran acuerdo a largo plazo para reducir el déficit en el que los republicanos accedan a subir los impuestos y los demócratas a recortar la espiral de gasto provocada por programas sociales de 'entitlements' como Medicare o Social Security. Al menos hay esperanza, como ha apuntado uno de los asistentes, el senador republicano Tom Coburn:
"Es el primer paso que el presidente ha dado para acercarse y hacer como otros presidentes en el pasado -- desarrollar relaciones y construir confianza. Si continuan haciendo eso, así es como se empieza a conseguir hacer algo"
Además de su cena con esos senadores que podriamos llamar moderados, Obama ha estado permanentemente al teléfono con otros republicanos y ha invitado a comer en la Casa Blanca a los dos pesos pesados de la Cámara de Representantes en materia de presupuestos: el republicano Paul Ryan y el demócrata Chris Van Hollen. Para esta semana además va a visitar el Capitolio para reunirse con cada uno de los dos partidos en las dos cámarar. El presidente se ha puesto manos a la obra en la causa del bipartidismo al darse cuenta de que si no, poco futurohay para sus planes sobre el déficit pero también en materia de inmigración, armas, energía...

En este nuevo enfoque Obama no sólo abandona la retórica dura de los últmos tiempos sino que también cambia lo que ha sido su forma habitual de relacionarse con el Congreso: hasta ahora el presidente había dejado que el vicepresidente Joe Biden se ocupara de pelear en el Capitolio y él había tratado casi exclusivamente con el líder republicano John Boehner. Ahora intenta precisamente lo contrario, cultivar lazos con legisladores de a pie y excluir en cierto modo al speaker Boehner y al líder republicano en el Senado Mitch McConnell, que sin ir más lejos se han cerrado en banda a hablar siquiera de nuevos impuestos.

Por si alguien le interesa, por cierto, fue Obama personalmente el que se hizo cargo de la factura de la cena con los senadores. Todo sea por el acuerdo.

De propina: el país tiene ganas de acuerdo, desde luego, si no es difícil explicarse esta frase de todo un conservador como el exsenador y hoy gobernador de Kansas, Sam Brownback "Necesitamos a Ted Kennedy. Es difícil decirlo para un tipo como yo, pero Ted hablaría con los del otro lado y diría 'por el bien del país, necesitamos resolver este prolema'. Necesitas gente que tome la responsabilidad así"

La bola de cristal: Obama dijo a los senadores que habría que llegar a un "Grand Bargain" en tres o cuatro meses. Yo creo que si no es en ese plazo, no será.

sábado, 9 de marzo de 2013

2016 Rand Paul quiere ser presidente

En mi relato del filibuster de Rand Paul se me olvidó contar casi lo más importante, el por qué lo hizo. Este organizado acto de rebeldía sonaba mucho a lanzamiento publicitario para su más que probable campaña por la nominación presidencial para 2016. Poco importa que al final la confirmación de John Brennan como director de la CIA saliera adelante al día siguiente por 63-34. Paul la desbloqueó tras decir que había conseguido que el gobierno le diera explicaciones sobre el uso de su programa de aviones no tripulados o 'drones,' pero había conseguido algo mucho más importante.

No hablo de los 40.000 seguidores más que logró en los días siguientes y tampoco de las horas de televisión gratuita que como bien sabe cualquier estratega político de nuestro tiempo, son la clave para lograr el objetivo más codiciado por un político: 'name recognition' o fama, en el buen sentido. Lo que quiero decir es que con ese acto de orquestada rebeldía, Paul logró un momento emotivo perfecto para lanzar la idea de él como presidente: primero porque los posibles ataques con drones en EEUU es un asunto que preocupa y mucho a su base libertaria, y luego porque pese a su imagen de 'outsider' se aseguró de tener el apoyo de los líderes republicanos del Senado y que desmontó la operación antes de que se volviera inasumible para ellos. Una señal de madurez.

Porque a nadie se le escapa que Rand Paul necesita algo más que a las masas libertarias que impulsaron a su padre Ron Paul en las últimas dos temporadas de primarias. El ejército libertario de Paul era entusiasta y bien organizado pero no pudo imponerse en un sólo estado, aunque sí logró resutados notables en muchos. Su preocupación extrema por las libertades individuales tiene mucho eco en parte del electorado, pero su ración de teorías conspiratiorias y rechazo de casi cualquier programa gubernamental minan sus posibilidad. Para lograr algo, el hijo tendrá que proponer un enfoque algo más conservador. En su última campaña de primarias Ron Paul ya trató de no atacar mucho a Mitt Romney en el tramo final y siempre se interpretó que lo hacía para no dañar las relaciones de su hijo con el establishment republicano de cara a una futura campaña por la presidencia.

Por supuesto no a todo el mundo le ha gustado ni el numerito del filibuster ni la nueva prominencia de Paul. Es curioso como otro posible candidato como Marco Rubio le apoyó, pero hay veteranos que le han puesto de vuelta y media empezando por el excandidato presidencial y también senador John McCain: "Siempre son los pájaros raros de la izquierda y de la derecha los que tienen el altavoz de los medios". La cita, para sorpresa de nadie, no le ha caído bien al senador Paul pero él sigue su camino. Por lo pronto ya ha dicho que considera "seriamente" la posibilidad de presentarse a presidente porque "nuestro partido necesita algo nuevo, fresco y diferente". Eso es decirlo todo.

De propina: Obama ha recibido estos días una buena y una mala noticia. El paro ha bajado al 7,7%, el mínimo desde que es presidente. Sin embargo ya va notando que se disipa el efecto de su victoria: la aprobación del presidente ha caído siete puntos en dos semanas hasta situarse en un pobre 43%. Cosas de los recortes del 'sequester', del que los estadounidenses culpan por igual al presidente y a los republicanos.

La bola de cristal: otro que se prepara para presentarse a presidente en 2016 es Jeb Bush. Hay ganas de escribir sobre él y sobre algún error de novato que está cometiendo. Pronto, pronto.

jueves, 7 de marzo de 2013

FILIBUSTER ¿Por qué Rand Paul habló ayer 13 horas en el Senado?

El filibusterismo es una tradición parlamentaria bonita, curiosa y francamente disfuncional para los tiempos en los que vivimos. Tiene su origen en un concepto interesante: que una vez que un senador tenía la palabra nadie podría quitársela, o lo que es lo mismo, que fuera imposible limitar el debate. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que, según este razonamiento, cualquier senador podía arrancarse a hablar cuando iba a aprobarse una ley que le disgustaba y así bloquear el debate indefinidamente.

El argumento a favor del filibusterismo tiene mucho que ver con la tradición política estadounidense y la protección a las opiniones minoritarias frente a la "tiranía de la mayoría", pero es evidente que no facilitaba que se sacara adelante el trabajo legislativo. Por eso hará un siglo que el Senado adoptó su "regla 22" que permitía dar por terminado el debate con o sin filibuster por mayoría de dos tercios. En 1975 se rebajó aún más el umbral hasta los 60 votos, pero la realidad es que tener ese tipo de "supermayoría" es poco habitual.

Ayer el senador republicano Rand Paul de Kentucky, con ayuda de varios de sus compañeros, decidió parar el debate hablando durante trece horas seguidas. Sobre la mesa estaba la confirmación de John Brennan como director de la CIA. Al libertario Paul le preocupa y mucho el programa secreto de ataques mediante 'drones', aviones no tripulados, y en particular la posibilidad de que puedan extenderse a asesinatos de estadounidenses en territorio estadounidense. Quería llamar la atención sobre esto y desde luego que lo logró. Para la pequeña historia del Senado queda la frase con la que concluyó:
"Seguiría durante otras 12 horas para intentar romper el récord de Strom Thurmond pero he descubierto que hay algunos límites al obstruccionismo y voy a tener que ocuparme de uno de ellos en unos pocos minutos (...) Les agradezco mucho la paciencia y cedo la palabra"


Reconoce así que sus 13 horas palidecen frente al récord absoluto de la historia del Senado, las más de 24 que aguantó hablando el infame senador de Alabama Strom Thurmond hasta hacer descarrilar la Ley de Derechos Civiles de 1957. Más o menos el mismo tiempo que aguantó, en la ficción por supuesto, el protagonista de la película "Mr. Smith goes to Washington" (en españa "Caballero sin España"). La maniobra obstruccionistas más famosa de la cultura popular, que podéis ver aquí.

De propina: la administración Obama intenta hacer patentes los recortes del 'Sequester' de formas bastante estúpidas, como cancelando los tours de la Casa Blanca. O poco se está notando o no han sabido mirar bien...

La bola de cristal: seguro que los cabreados demócratas ya están pensando en revivir la reforma de las reglas del Senado para limitar aún más el filibusterismo.

 

viernes, 1 de marzo de 2013

Obama vence en la batalla de las nominaciones

El presidente Obama se la jugó con el nombramiento de su gobierno y de momento, le sale bastante bien. Más confiado que en su primer mandato, incluyó figuras polémicas a sabiendas de que su confirmación en el Senado levantaría una buena polvareda. Cogió a un excandidato presidencial como John Kerry para secretario de Estado, pero su experiencia y contactos tras décadas en la cámara hacían difícil pensar. El gran escollo iba a ser la oposición al nombramiento del exsenador Chuck Hagel como secretario de Defensa. Ya lo contamos aquí: un republicano, sí, pero también el peor azote de George W. Bush contra el fracaso de la guerra en Iraq y on n historial complejo hacia Israel.

Pues bien, a pesar de las reticencias iniciales y de una actuación bastante desastrosa en su interrogatorio ante el comité, Hagel ha sido confirmado por la cámara. Los republicanos no tuvieron el cuajo o los argumentos necesarios para filibustear la votación y su nombramiento salió adelante por 58 votos contra 41, logrando incluso que cuatro de sus excompañeros de partido le dieran el sí. Una victoria para el presidente Obama que hace gala así de un renovado músculo políticoy bastantes menos complejos de cara a este segundo mandato.

Tras Kerry y Hagel, también ha recibido el visto bueno del Senado Jack Lew, que por tanto pasa de ser jefe de gabinete de Obama a secretario del Tesoro. Aunque las fuertes críticas a Hagel le han hecho pasar desapercibido, lo cierto es que su confirmación tampoco estaba asegurada. Durante su etapa en la Casa Blanca no había hecho demasiados amigos en el Senado y además su historial financiero tenía algún que otro punto oscuro, pero con todo ello ha logrado la luz verde en una cómoda votación 71-26 llevándose inluso una veintena de votos republicanos.

Al presidente aún le quedan muchas confirmaciones pendientes, como la controvertida apuesta por John Brennan como director de la CIA.

De propina: como ya anticipamos, los políticos necesitan guardar las apariencias antes de que mañana entren en vigor los terribles recortes del llamado 'Sequester'. Puede que solo para hacerse la foto, pero el speaker John Boehner y Obama se van a ver el, viernes.

La bola de cristal: ...y no creo yo que sirva para nada.

martes, 26 de febrero de 2013

SEQUESTER El juego de la culpa

Este próximo viernes, uno de marzo, entra en vigor el llamado 'sequester". Ya explicamos por aquí que es un conjunto de recortes presupuestarios automáticos por valor de 85.000 millones que hacen peligrar la recuperación económica. Pues bien, a tres días de ese desastre, nada se mueve. No hay reuniones previstas ni se está negociando, parece que la Casa Blanca y los republicanos han asumido que van a hacerse realidad y ya han pasado al siguiente capítulo: tratar de echarle la culpa al otro.

Los republicanos defienden que todo esto del 'sequester' fue para empezar idea de Obama y que por tanto, la culpa de los desastres por llegar es del presidente. Los demócratas, por el contrario, dicen que los republicanos se niegan a negociar sólo para salvar a los ricos de pagar más impuestos. La gracia es que toda esta historia se diseñó para 'meter miedo', es decir, para ofrecer una alternativa tan terrible que a los republicanos y a los demócratas no les quedara más remedio que llegar a un acuerdo... pero incluso ellos mismos han minusvalorado su capacidad para encabezonarse.

El viernes se acerca inexorable y los diferentes departamentos del gobierno federal tienen que empezar a pensar de dónde recortar y tienen alrededor de un mes. Los expertos pronostican despidos de empleados públicos, ralentización de servicios...

De propina: en este juego destructivo de echarse la culpa, parece que Obama va ganando. Según esta encuesta el 45% de los estadounidenses piensa que el 'sequester' es responsabilidad de los republicanos y sólo un 32% mira hacia el presidente.

La bola de cristal: y lo peor está aún por llegar. El 27 de este mes concluye el último aplazamiento del presupuesto así que si congresistas y senadores no toman cartas en el asunto, habrá que echar el cierre al gobierno... con las consecuencias que ya explicamos la última vez que surgió el problema.




jueves, 21 de febrero de 2013

SEQUESTER el uno de marzo se acaba el mundo... otra vez

Primero fue el techo de deuda, después el precipicio fiscal, luego de nuevo el techo de deuda y ahora el 'sequester'. Estados Unidos vive una tortura económica autoimpuesta, siempre al fino de un nuevo cataclismo económico que por suerte se ha venido evitando hasta ahora. Pero empecemos desde el principio: ¿qué es el sequester?

Es el nombre que se le ha dado a los recortes que entrarán en vigor automáticamente el próximo uno de marzo y que son resultado de los diferentes parches con los que se han superado las crisis del pasado que antes mencionaba. Para salvar la primera crisis del techo de deuda, se llegó al acuerdo de programar unos brutales recortes para finales de 2012 en la esperanza de obligar así a demócratas y republicanos a llegar a un acuerdo: los primeros por salvar los programas sociales y los segundos por evitar el recorte en defensa, que es la mitad de todo el tijeretazo previsto por el sequester. Tenían que haber entrado en vigor el pasado 31 de diciembre en lo que se llamó el precipicio fiscal o fiscal cliff, pero un acuerdo de última hora los aplazó tres meses hasta llegar a donde estamos.

A pesar de los escalofríos que les provoca el tajo que se va a llevar la defensa, los republicanos están decididos a no ceder. Su principal portavoz en temas presupuestarios, el excandidato vicepresidencial Paul Ryan, ha dicho que se negarán a cualquier acuerdo que incluya aumentar los ingresos. Dado que los demócratas se negarán a cualquier solución que pase sólo por el recorte, el drama está servido. Obama por su parte se esfuerza en poner el foco en los bomberos o militares que sufrirán las consecuencias incluso perdiendo su empleo.

El presidente quiere poner toda la presión sobre la oposición para que si no hay acuerdo antes del uno de marzo, y no parece que lo vaya a haber, los republicanos se lleven la culpa. Yo diría que tiene las de ganar porque el argumento republicano es difícil de comprender: dicen que los recortes amenazan la seguridad nacional pero los apoyan porque no quieren más deuda. El tema es que si los grandes financieros y la industria militar le ven las orejas al lobo van a presionar muy duramente a sus amigos republicanos del Congreso... y a ver hasta dónde resisten. La respuesta la tendremos de aquí al día uno.

De propina: y los republicanos llegan a la batalla en un momento complicado. Por un lado Obama está en su máximo nivel de aprobación de los últimos tres años, un 55%, mientras que sus oponentes republicanos están más bien al contrario. Sólo un 22% de los estadounidenses se consideran republicanos.

La bola de cristal: mirad que voy con tres años de adelanto y me expongo a dar un patinazo tremendo... pero aún así: creo que el presidenciable senador Marco Rubio lo lleva mal para las primarias y muy mal para las generales. Ahí queda.

jueves, 14 de febrero de 2013

TITULARES State of the Union: Obama, listo para la lucha

Que Obama está crecido desde su victoria... de eso no queda duda. Al igual que sucedió con su discurso inaugural, el primer Estado de la Unión de su segundo mandato ha sido combativo. Ante el Congreso en pleno desplegó toda una agenda liberal y ambiciosa, aún a sabiendas de que tiene apenas un año para intentar que se la aprueben antes de pasar a ser casi irrelevante, como todos los presidentes que enfilan el final de su último mandato. Aquí podéis ver el discurso completo y este es el texto por si queréis leerlo, los enlaces que acompañan al post son de segmentos concretos.


ARMAS:
- Control de antecedentes antes de comprar un arma y restricción de armas de guerra y cargadores de alta capacidas. En el momento más emotivo del discurso y recordando a las víctimas, pidió al Congreso que al menos acceda a votarlo.


CRISIS
- Obama presume de logros y da casi por finiquitada la crisis: "Juntos hemos limpiado los escombros de la crisis y podemos decir con renovada confianza que el estado de nuestra unión es más fuerte".
- Invita al Congreso a aprobar una ley que facilite la refinanciación de hipotecas a familias.
- Pide que suban el salario mínimo a 9 € la hora y que lo liguen a la inflación.

DEFENSA:
- Apoyo a la reintegración a la vida civil de los veteranos.
- Fortalecer la preparación contra los ataques informáticos, la 'ciberguerra'

DÉFICIT
- Invita a ambos partidos a hacer una reforma consensuada y se muestra dispuesto a hacer concesiones dolorosas como recortar en las joyas de la corona demócrata, como Medicare, pero siempre a cambio de que los más ricos contribuyan más a través de los impuestos.
- Es hora de acabar para siempre con las grandes crisis artificiales (fiscal cliff, techo de deuda, sequester) y lograr un acuerdo a largo plazo.


ELECCIONES
- Una comisión bipartita para acabar con las largas esperas electorales encabezada por los abogados de las campañas de Romney y del propio Obama.



ENERGÍA
- Creación de un fondo que use parte de los beneficios de las explotaciones públicas de gas y petróleo para la investigación en eficiencia energética.

EDUCACIÓN:
- Presión a las universidades para que bajen precios, baj advertencia de que podrían perder ayudas y distinciones federales.



INVERSIÓN
- Un plan para reparar infraestructuras de transporte para favorecer la instalación de empresas.
- Dice que ninguna de sus propuestas

POLÍTICA EXTERIOR:
- Fin de la operación en Afganistán para diciembre de 2014
- Advertencias a Corea del Norte e Irán por su programa nuclear y apoyo a Israel
- Impulso a una zona de libre comercio con Europa
- Apoyo a las revueltas democráticas en Oriente Próximo con advertencia de que sean inclusivas.
- Lucha contra la pobreza y el SIDA

De propina: la respuesta republicana corrió a cargo de la estrella del momento, el senador de Florida Marco Rubio. Tristemente para él, lo único que trascendió fue este embarazoso momento en el que tuvo que salirse del plano para beber agua en directo. Hay que decir en su honor que al menos se lo ha tomado con buen humor.

La bola de cristal: un buen amigo del blog nos llama la atención sobre el desplome de la popularidad de Bobby Jindal en el estado que gobierna justo ahora que debe empezar a preparar su campaña para las primarias presidenciales. Es pronto aún para pensar que se deshincha.

viernes, 18 de enero de 2013

Los republicanos aflojan en la lucha de techo de deuda

Actualización: tal y como pronosticábamos los republicanos de la Cámara han optado por la senda de la tranquilidad y van a proponer una extensión de tres meses del techo de deuda para dar tiempo a que se vote un nuevo presupuesto. Sin duda sus amigos de Wall Street han llamado para calmar esos ímpetusde los congresistas que amenazaban con llevar el país al default o cerrar el gobierno.


El próximo lunes Barack Obama jurará  de nuevo el cargo de presidente en la escalinata del Capitolio. Debería ser su segunda vez pero en realidad es la tercera, porque ya sabéis que tuvo que repetir su primera investidura por un error en el juramento. El caso es como casi todo presidente recién reelegido, Obama disfruta de un dulce momento: una aprobación en las encuestas que supera el 50% que iguala algunos de los mejores registros de su presidencia.y que además coincide con horas oscuras para sus rivales. Sólo uno de cada cuatro tiene una opinión positiva del partido republicano.

Conscientes tal vez de este panorama, los republicanos van rebajando el tono de la retórica sobre la batalla del aumento del techo de deuda. Era previsible que los republicanos del Senado tomaran una actitud más conciliadora. Ahí tenemos a John Cornyn diciéndolo clarito: "Aumentaremos el techo de deuda. No vamos a  no pagar la deuda... Te lo digo inequívocamente: no vamos a hacer un default". Pero ya incluso en la Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana es más ruidosa y luchadora, bajan las aguas más calmadas. Todo un halcón del déficit como el excandidato vicepresidencial Paul Ryan, que además preside el comité presupuestario, se plantea soluciones menos extremas que las que se planteaban hace unos días: "estamos discutiendo si apoyar un aumento a corto plazo del techo de deuda, posiblemente vinculándolo a negociaciones futuras sobre un acuerdo acerca del déficit". Lo dicho, bastante distinto de las amenazas de hacer un default o cerrar el gobierno.

Tal vez sea un mero ataque de realismo. Frente a un presidente en la cumbre de su popularidad, intentan que los suyos rebajen expectativas. Pero nunca hay que descartar una 'rebelión a bordo' de los más extremistas. Ya ha pasado antes...

De propina: por cierto que en realidad, para cumplir escrupulosamente con la ley que señala el 20 de enero, Obama y Biden jurarán sus cargos en sus residencias el domingo. El lunes será el juramento tradicional en el Capitolio, el desfile, los bailes...

La bola de cristal: a veces uno se pregunta si hay esperanza para el periodismo... Uno de cada tres estadounidenses piensan que Obama oculta cosas sobre su niñez, uno de cada cuatro creen que el gobierno sabía de antemano que se iban a producir los ataques del 11-S y uno de cada cinco piensan que Obama ganó su reelección por un fraude. En fin.

miércoles, 2 de enero de 2013

Fiscal Cliff: ganadores y perdedores

Con todas las prisas que eran previsibles, anoche la Cámara de Representantes aprobó sin tocar una coma el texto que la Casa Blanca había pactado con los republicanos del Senado para salvar el abismo. La mayoría republicana pasó por el aro con bastante descontento pero finalmente votaron a favor los suficientes para asegurar una cómoda aprobación por 257 votos contra 167. Quizá pensaron que cargar con la culpa de un desastre económico de tal magnitud era un suicidio y prefirieron tragar.

 En definitiva: se renuevan sus apreciados recortes de impuestos de la era Bush pero no para aquellos que cobran más de 450.000$ al año, y además se cerrarán múltiples deducciones fiscales para todos los que ganen más 250.000. Los estados quedan prácticamente exentos de impuestos y los brutales recortes presupuestarios automáticos conocidos como "sequester" se retrasan por dos meses hasta que las cámaras encuentren mejores soluciones.


GANADORES

El presidente Obama:
Para un presidente, en especial uno que enfila su segundo mandato, no hay nada peor que parecer débil. Obama ha tenido que hacer concesiones pero se puede decir razonablemente que ha vencido y ha logrado mantener su posición. Había dicho que debían subir los impuestos para los estadounidenses más ricos y así será. Eso y evitar la catástrofe financiera era todo lo que necesitaba de este asunto y lo ha logrado.


El vicepresidente Biden:
Obama le envió a negociar un acuerdo con sus excolegas del Senado, en particular con el líder republicano Mitch McConnell, y lo logró. No sólo llegó a un entendimiento sino que se aseguró de que pasara con total tranquilidad por el Senado y, en última instancia y a pesar de las tensiones, es el mismo texto que ha superado la Cámara para convertirse en ley. A nadie se le escapa que esta misión estaba diseñada para dejar al vicepresidente lucirse, sacar lo mejor de su imagen de experimentado hombre de estado de cara a un posible intento de alcanzar la presidencia en 2016. La ha cumplido con nota.

La economía:
Un fracaso en las negociaciones habría supuesto un casi seguro estancamiento de la economía, habría vuelto la recesión y con ella el paro habría subido. Malas noticias desde luego para Estados Unidos, pero también para el resto del mundo. Las bolsas han estrenado el año con euforia gracias a ese acuerdo de última hora y el país ha dado esquinazo al desastre, al menos por unos meses.


PERDEDORES

Los liberales y los conservadores:
El acuerdo ha tenido el curioso efecto de dejar francamente descontentos a los más extremistas de ambos lados. Si Obama ha logrado un éxito difícilmente discutible en materia de impuestos, hoy los liberales dicen que el presidente ha vuelto a flaquear en la negociación y a conceder demasiado. Le acusan de haber dilapidado el capital político ganado en la elección. Por otro lado los conservadores están furiosos: creen que los senadores de su partido se han pasado de flojos y que el nuevo acuerdo no hace sino aumentar el gasto sin lograr recortes en programas sociales como contrapartida. En definitiva: más déficit.

El sistema político:
Tal vez el detalle menos comentado del fiscal cliff es que es una crisis que ha solucionado el Congreso pero que fue enteramente creada por el Congreso. Si la retórica incendiaria y el puritanismo no les obligaran a meterse en tales ratoneras, tal vez podrían hacer algo más que ir de crisis en crisis poniendo soluciones chapuceras. Estos días de actividad hasta altas horas no hacen sino confirmar la creencia popular de que el Congreso sólo actúa en el último momento y con toda la presión. Incluso para un enamorado del sistema estadounidense como yo, que creo que es el más representativo que el de cualquier otra democracia, es evidente que en este panorama económico actúa de manera disfuncional y a veces crea más problemas de los que soluciona. En una encuesta el 77% de los estadounidenses ha respondido que cree que la política está haciendo daño al país.


EN DUDA
John Boehner:
En esta crisis el presidente republicano de la Cámara de Representantes John Boehner ha tenido un reto. A pesar de la división entre sus filas, Boehner ha mantenido a raya a los más extremistas de entre los suyos y ha asegurado la aprobación del acuerdo. Si ha vencido o no todo depende de lo que pase ahora. En los próximos días sus colegas republicanos del nuevo Congreso deben decidir si le renuevan o no el cargo de presidente y entonces sabremos si ha superado la fractura. En contra del acuerdo votaron algunos pesos pesados como su número dos Eric Cantor, lo que hace presagiar una lucha interna por interesante por el liderazgo republicano en la Cámara.

De propina: interesante ver cómo algunos medios de la derecha se arrepienten de sus acusaciones contra Hillary Clinton. Muchos dijeron que su baja por una caída era una excusa para no responder a las preguntas sobre la crisis de la embajada de Libia que acabó con el embajador muerto. Ahora que ha tenido que ser reingresada con un coágulo junto al cerebro esos mismo medios intentan enmendarse con genuina preocupación.

La bola de cristal: y por supuesto el drama no acaba aquí. En dos meses acaba esa prórroga y habrá que pelear otra vez para ver de dónde salen esos recortes. Y luego está lo del techo de deuda, que necesita ser revisado de nuevo... Problemas, como siempre, en el horizonte.
 

martes, 1 de enero de 2013

FLASHPOST Hay acuerdo: todos pendientes del voto

Estados Unidos cayó anoche oficialmente por el precipicio fiscal, pero parece que la caída podría ser corta y prácticamente indolora si se concreta el acuerdo al que la Casa Blanca ha llegado con los líderes republicanos del Senado. Un pacto que hace realidad la promesa electoral del presidente Obama de subir sustancialmente los impuestos a todos los estadounidenses que cobren más de 450.000 $ al año y mantener los tipos que pagan todos los que ganan menos de 250.000 $. A cambio se idearán nuevos recortes presupuestarios a lo largo de los próximos dos meses y la Casa Blanca hace ciertas concesiones fiscales a los estados.

El acuerdo ha sido aprobado con una cómoda mayoría de ambos partidos en el Senado pero ahora tiene su cita más difícil: en la Cámara de Representantes no sólo hay mayoría republicana sino que además se concentran los halcones fiscales más intransigentes, esos que se habían comprometido poco menos que a quitarse la vida antes que subir cualquier impuesto. El mundo contendrá la respiración hasta que la Cámara analice hoy el texto y lo vote, cosa que puede ser desde esta noche a los próximos dos días.

Si la cosa sale adelante, como parece, Obama se lleva un buen premio pero tampoco una victoria arrolladora, lo justo para no cabrear a los republicanos demasiado y que se lien la manta a la cabeza. El que sí sacará mucho provecho es el vicepresidente Joe Biden, que ha llevado toda la negociación y al que un éxito ayudaría mucho a fortalecer su capital político de cara a un asalto a la presidencia en 2016. Y gana desde luego la economía de todos.

lunes, 31 de diciembre de 2012

17 horas para el fin del mundo: por qué no hay acuerdo sobre el Fiscal Cliff

Los mayas nos perdonaron, pero todo indica que el Congreso de los Estados Unidos no va a ser tan clemente. En unas pocas horas acaba 2012 y si no hay acuerdo de última hora, entrará en vigor un apocalipsis económico de primer orden, o eso dicen los expertos. Lo han llamado abismo fiscal, o fiscal cliff, más que nada porque los medios estadounidense tienen mucho sentido del espectáculo para estas cosas.

Para quien no anduviera por aquí cuando lo explicamos la primera vez, diremos por simplificar que el abismo fiscal significa que el 31 de diciembre entrará en vigor un brutal recorte del gasto público a la vez que suben los impuestos para la práctica totalidad de los estadounidenses al expirar los recortes que impulsó el presidente George W. Bush. ¿Quiere usted hundir una economía que crece débilmente? Pues aplíquele un cóctel de subida de impuestos y recorte del gasto y ya tiene usted su recesión lista para tomar.

Pues que ya estamos a 31 de diciembre y aquí seguimos negociando y sin acuerdo previsible. El congreso está en sesión navideña, por si se obra el milagro, pero de momento las posturas de los republicanos de la Cámara de Representantes y de la Casa Blanca de Obama siguen en universos diferentes. El presidente no quiere ni oír hablar de mantener los recortes de impuestos a los millonarios y tiene su sentido porque acaba de ganar una elección en la que se ha cansado de prometer precisamente eso. Los republicanos quieren a cambio recortes en los programas de asistencia social porque son los principales creadores de déficit: la sanidad de Medicare y Medicaid, y las pensiones de Social Security. ¿No les asusta el tema lo suficiente como para encontrarse en un punto intermedio? Pues no y la razón es: la política.

En este punto todas las encuestas están de acuerdo en que el público va a culpar a los republicanos: ambos bandos trabajan con esa perspectiva. Obama tiene el deber moral de ser más generoso para evitar la debacle pero a la vez sabe que probablemente pueda lograr un mejor acuerdo si se sobrepasa la fecha límite y los republicanos empiezan a sentir el peso de un electorado iracundo. Y los republicanos a su vez saben que les vana culpar de todas formas, pero que de cara a sus bases les resultará mejor votar por una bajada de impuestos el 1 de enero que por una subida el día 31 de diciembre. Todo es retórica, sí, pero el mensaje es más profundo.

Tenemos aquí a la economía de la primera potencia (y la del mundo, por cierto) pendiendo del hilo de un acuerdo en un Congreso donde la retórica y el puritanismo ideológico parecen evitar que nada salga adelante hasta que la catástrofe es inminente, e incluso entonces. La economía de Estados Unidos empieza a ser como la italiana, víctima de los políticos y del desgobierno que generan. Estamos en las mejores condiciones posibles para lograr un pacto: hay una amenaza inmediata, acabamos de pasar unas elecciones y además la presión plítica es menor porque en enero toma posesión un nuevo Congreso. Pues ni por esas, aquí estamos en un asiento de primera fila para el desastre y nos parece que lo que vemos es el circo. Pero las consecuencias no serán nada divertidas: cada día que EEUU pase sin acuerdo después del fiscal cliff mplicará menos crecimiento, más desahucios, más parados, más pobreza... Y aún así.

El Congreso es una institución históricamente especializada en acuerdos de últimísima hora, veremos si hoy el sentido común se impone y empezamos el 2013 con un suspiro de alivio.

De propina: no levanta cabeza la secretaria de Estado Hillary Clinton tras esa mala caída. Volvió al trabajo hace tres semana y ha tenido que ser ingresada por un coágulo. Si decide presentarse en 2016 necesitará disipar cualquier duda sobre su salud.

La bolsa de cristal: 2013 va a ser un gran año! Gracias por seguir ahí un año más.

martes, 2 de agosto de 2011

Esperando la votación

Hay un acuerdo sobre la mesa para elevar el techo de gasto y, como en toda negociación, hay ganadores y perdedores. Hablaremos de ello pero sólo cuando el texto haya sido ratificado por el Senado y la Cámara, y firmado por el presidente. No parece que una revuelta liberal u otra del Tea Party vaya a hundirlo, pero como nunca se sabe esperaremos un poco antes de sacar conclusiones.

sábado, 30 de julio de 2011

La guerra del techo de deuda

Hago una breve interrupción de las vacaciones porque ya me está dando vergüenza no hablar aunque sea un poquito de esta crisis del techo de su gasto y sus implicaciones políticas para 2012.

En realidad es el ejemplo más clásico de tragedia política "washingtoniana": un reloj de arena que se vacia marcando el tiempo para evitar una terrible catástrofe, lo que sólo se puede lograr mediante un acuerdo y nadie quiere ser el primero en pestañear. Por ponerlo fácil, empecemos por explicar los fundamentos: el gobierno de Estados Unidos funciona a través de un presupuesto cerrado pero además tiene establecido por ley lo que se llama un "techo de endeudamiento", es decir, una cifra concreta de dólares que es la cantidad máxima a la que puede ascender la deuda pública de país. Como siempre hace falta financiación, las cámaras del Congreso van aumentando periódicamente esa cifra para que el país pueda seguir pagando facturas y no entre en suspensión de pagos.

Siempre ha sido así. Sólo con George W. Bush se aumentó el techo de gasto más de una decena de veces sin tanto ajetreo, pero cuando la oposición controla alguna de las cámaras suele hacerle la puñeta al presidente de turno y exigir contrapartidas por sacar una vez más al país del atolladero. Hasta ahí sería normal, el típico toma y daca de la capital, pero esta vez ha irrumpido en escena el Tea Party.

En las últimas elecciones resultaron elegido un buen número de repúblicanos gracias en parte a la etiqueta del Tea Party. No se puede definir bien un movimiento tan heterogéneo pero si en algo están de acuerdo es en una cosa: hay demasiado gasto público y por tanto los honrados ciudadanos pagan demasiados impuestos. A todos esos congresistas novatos les va la vida en demostrar que son creyentes verdaderos de esta doctrina y esta crisis es la oportunidad perfecta para demostrarlo. Negar al estado la posibilidad de endeudarse más es obligarlo a gastar menos... O al menos eso dice la teoría.

El presidente Obama tiene una visión diferente, sobre todo porque si no se aumenta el techo de endeudamiento y hay que dejar de pagar facturas, le tocará a él decidir cúales son las que no se abonan. Como cada presidente que se ha visto en una de estas, Obama ha tratado de comunicarle al país que podrían tener que dejar de pagar las pensiones o las facturas de las balas que disparan sus soldados en Afganistán. Eso, además del daño que puede hacer a las finanzas estadounidenses si su gobierno entra en suspensión de pagos, empezando con el aumento de los tipos de interés y terminando por un nuevo colapso financiero.

Este panorama oscuro se tiene que salvar mediante el acuerdo entre las partes y ahí entra nuestro siguiente protagonista, el presidente republicano de la Cámara de Representantes John Boehner. Tiene la delicada misión de elaborar un acuerdo casi imposible:

1. Que contente a las poderosas fuerzas republicanas de Wall Street que quieren que el techo de deuda se eleve como sea. Son las que mantienen económicamente al partido y van a presionar todo lo que puedan para evitar una suspensión de pagos que puede costarles mucho dinero. En esto, están con Obama

2. Que no enfurezca a los halcones fiscales del Tea Party, que no quieren aumentar el techo de deuda porque dice que las predicciones catastróficas de Obama son un fraude y que lo que hace falta es gastar menos. Sólo se los puede convencer ofreciendo a cambio recortes sustanciales.

3. Que satisfaga a los candidatos de las primarias republicanas complicándole a Obama la reelección los máximo posible.

4. Y que no enfurezca tanto a los demócratas como para que rechacen de plano su propuesta con su mayoría en el Senado o como para que Obama la vete.

Su última propuesta cumplía todos los puntos menos el último. Subía el techo sólo hasta principios de 2012 para complicar a Obama en año electoral y ofrecía recortes. Pasó la cámara de milagro con el rechazo unánime de los demócratas y de algunos republicanos del Tea Party. El Senado, con mayoría demócrata, la ha rechazado sólo dos horas después con algunos votos republicanos.

El plazo se acaba el dos de agosto, aproximadamente. El acuerdo tiene que llegar ya o no llegar.

Amigos de El Diario