sábado, 30 de julio de 2011

La guerra del techo de deuda

Hago una breve interrupción de las vacaciones porque ya me está dando vergüenza no hablar aunque sea un poquito de esta crisis del techo de su gasto y sus implicaciones políticas para 2012.

En realidad es el ejemplo más clásico de tragedia política "washingtoniana": un reloj de arena que se vacia marcando el tiempo para evitar una terrible catástrofe, lo que sólo se puede lograr mediante un acuerdo y nadie quiere ser el primero en pestañear. Por ponerlo fácil, empecemos por explicar los fundamentos: el gobierno de Estados Unidos funciona a través de un presupuesto cerrado pero además tiene establecido por ley lo que se llama un "techo de endeudamiento", es decir, una cifra concreta de dólares que es la cantidad máxima a la que puede ascender la deuda pública de país. Como siempre hace falta financiación, las cámaras del Congreso van aumentando periódicamente esa cifra para que el país pueda seguir pagando facturas y no entre en suspensión de pagos.

Siempre ha sido así. Sólo con George W. Bush se aumentó el techo de gasto más de una decena de veces sin tanto ajetreo, pero cuando la oposición controla alguna de las cámaras suele hacerle la puñeta al presidente de turno y exigir contrapartidas por sacar una vez más al país del atolladero. Hasta ahí sería normal, el típico toma y daca de la capital, pero esta vez ha irrumpido en escena el Tea Party.

En las últimas elecciones resultaron elegido un buen número de repúblicanos gracias en parte a la etiqueta del Tea Party. No se puede definir bien un movimiento tan heterogéneo pero si en algo están de acuerdo es en una cosa: hay demasiado gasto público y por tanto los honrados ciudadanos pagan demasiados impuestos. A todos esos congresistas novatos les va la vida en demostrar que son creyentes verdaderos de esta doctrina y esta crisis es la oportunidad perfecta para demostrarlo. Negar al estado la posibilidad de endeudarse más es obligarlo a gastar menos... O al menos eso dice la teoría.

El presidente Obama tiene una visión diferente, sobre todo porque si no se aumenta el techo de endeudamiento y hay que dejar de pagar facturas, le tocará a él decidir cúales son las que no se abonan. Como cada presidente que se ha visto en una de estas, Obama ha tratado de comunicarle al país que podrían tener que dejar de pagar las pensiones o las facturas de las balas que disparan sus soldados en Afganistán. Eso, además del daño que puede hacer a las finanzas estadounidenses si su gobierno entra en suspensión de pagos, empezando con el aumento de los tipos de interés y terminando por un nuevo colapso financiero.

Este panorama oscuro se tiene que salvar mediante el acuerdo entre las partes y ahí entra nuestro siguiente protagonista, el presidente republicano de la Cámara de Representantes John Boehner. Tiene la delicada misión de elaborar un acuerdo casi imposible:

1. Que contente a las poderosas fuerzas republicanas de Wall Street que quieren que el techo de deuda se eleve como sea. Son las que mantienen económicamente al partido y van a presionar todo lo que puedan para evitar una suspensión de pagos que puede costarles mucho dinero. En esto, están con Obama

2. Que no enfurezca a los halcones fiscales del Tea Party, que no quieren aumentar el techo de deuda porque dice que las predicciones catastróficas de Obama son un fraude y que lo que hace falta es gastar menos. Sólo se los puede convencer ofreciendo a cambio recortes sustanciales.

3. Que satisfaga a los candidatos de las primarias republicanas complicándole a Obama la reelección los máximo posible.

4. Y que no enfurezca tanto a los demócratas como para que rechacen de plano su propuesta con su mayoría en el Senado o como para que Obama la vete.

Su última propuesta cumplía todos los puntos menos el último. Subía el techo sólo hasta principios de 2012 para complicar a Obama en año electoral y ofrecía recortes. Pasó la cámara de milagro con el rechazo unánime de los demócratas y de algunos republicanos del Tea Party. El Senado, con mayoría demócrata, la ha rechazado sólo dos horas después con algunos votos republicanos.

El plazo se acaba el dos de agosto, aproximadamente. El acuerdo tiene que llegar ya o no llegar.

sábado, 23 de julio de 2011

sábado, 9 de julio de 2011

El paro amenaza a Obama

Y entonces llegaron las cifras del paro del más de junio y madre mía, no, no eran buenas. Estados Unidos ha creado 18.000 míseros empleos en el último mes, muy por debajo de las previsiones, y tiene una tasa de paro del 9,2%. Un español puede reírse pensando que es el paraíso pero allí las cosas son ligeramente diferentes y un presidente que se presenta a la reelección con esas cifras lo tiene difícil. No es nada que no hayamos dicho muchas veces en este blog pero es que ahora las elecciones están de verdad a la vuelta de la esquina y hay un gran grupo de candidatos republicanos dispuestos a machacarle de verdad por ello.

Un buen termómetro es Pennsylvania, un estado clave en todas las presidenciales que se ha mantenido demócrata durante los últimos 24 años. Con su 7% de paro la gente no está contenta y el presidente Obama, que lo ganó sin dificultad en 2008, ve ahora cómo las cifras se le ponen en contra, baja su popularidad y posibles candidatos republicanos como Mitt Romney pueden darle mucha batalla. La Casa Blanca tiene claro que la economía será otra vez protagonista en estas presidenciales, lo que no sabe es cómo atajar esta crisis y  hacer más fuerte el crecimiento. Sin crecimiento robusto no hay empleo y sin empleo... el que se puede quedar sin trabajo es el presidente.

De propina: Sigue el despegue de Michelle Bachmann que incluso en Pennsylvania, un estado moderado, sólo  se ve superada por Romney en las encuestas de presidenciables. Habrá que ver si cuando la conozcan mejor continua la tendencia.

La bola de cristal: veo difícil que se mantengan fuerte la idea de abolir la reforma sanitaria de Obama. Ha pasado demasiado tiempo y han entrado otras prioridades en la agenda republicana. Esto, claro, si la Corte Suprema no reabre el debate sobre si es constitucional o no.

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