sábado, 29 de septiembre de 2012

Debates: la fase decisiva

Ni siquiera los partidarios más convencidos de Mitt Romney pueden negar que, hoy por hoy, la dinámica de esta carrera electoral se encamina hacia la reelección de Obama. Pero del mismo modo, ni siquiera el más entusiasta y optimista partidario de Obama debería dejar de darse cuenta de que algo va a pasar, tiene que pasar, en los próximos días. Primero porque los medios de comunicación no van a consentir que el gran culebrón de cada cuatro años se decida así sin más cuando falta todavía un mes para ir a la urnas; y segundo porque el equipo de Mitt Romney va a dedicarse en cuerpo, alma y dinero (mucho dinero) a asegurarse un modo de darse una sacudida a la campaña.

La oportunidad perfecta para que se genere ese estado de opinión de "el regreso de Romney" está en los debates. De hecho, más que la oportunidad perfecta es hoy por hoy la única oportunidad, más allá de desgracias imprevistas y sorpresas de mal gusto. Romney necesita una gran gran gran actuación en los debates, preferentemente en el primero de ellos que se celebrará el próximo miércoles en Denver, Colorado, un estado que sigue bastante disputado por cierto.

Los debates son siempre interesantes, lo que me gusta menos es el irritante jueguecito de las expectativas durante los días anteriores. Esos intentos burdos de decir que tu pobre candidato es casi analfabeto mientras que el otro es un orador que deja a Lincoln pequeño. No me entendáis mal, ese juego es una táctica política fundamental para ganar un debate, es sólo que resulta cada vez más difícil de creer. Eso sí, hasta que llegue la propia noche electoral, estos días serán la única oportunidad para ver a los candidatos alabándose el uno al otro.

Y sin embargo los dos ya han perdido el juego de sentar las expectativas más bajas. Por un lado Obama, con su bien merecida fama de fantásticos orador, no puede escapar del hecho de que los votantes ya saben de lo que es capaz y que por tanto no importa cuánto intente redefinirse. Por otro lado Romney tiene unas expectativas altísimas no tanto por sus propias cualidades como "debater" sino porque para él la cita es a vida a muerte. No le vale un empate ni un largo combate a los puntos, necesita un KO para darle la vuelta a esta elección que no le va por buen camino. Para ello cuenta con tres asaltos, tres. Tres debates que decidirán quién va a ganarse un despacho en la Casa Blanca para los próximos cuatro años.

De propina: no hay que dejar de recomendar la excelente cobertura en español de estas presidenciales que hace Antxón Garrogerrikabeitia en Dos Cero Doce.

La bola de cristal: es evidente que la dinámica Obama-Romney tiene una influencia, pero sigo sorprendido por la posibilidad de que los republicanos no consigan retomar el Senado en las próximas elecciones. Yo casi lo daba por seguro pero fiascos como el de Todd Akin lo están poniendo difícil.

domingo, 23 de septiembre de 2012

El 47% contra el 14%

Septiembre ha sido un mes terrible para Mitt Romney. Desastroso, sin paliativos. Ha habido más tropiezos, pero ninguno como este devastador vídeo que ha sacado a la luz Mother Jones en el que Romney se sincera ante un selecto grupo de 'grandes donantes' sin saber que alguien le está grabando. La principal perla es:
"Hay un 47% de personas que votará al presidente sí o sí. Bien, hay un 47% que están con él, que dependen del Gobierno, que se creen víctimas (...) son los mismos que no pagan impuesto sobre la renta. No es mi trabajo preocuparme por esa gente. Nunca voy a convencerles de que deberían hacerse responsables de sus vidas"
Ufff. Partamos de la base de que es difícil ganar una elección poniéndose frente por frente a casi la mitad de la población, pero más allá, este gaffé es uno de esos "golpes perfectos". El peor escándalo para un político, dice la tradición, esaquel que viene a confirmar una sospecha que el electorado ya tenía. En el caso de Romney, si algo saben de él los votantes es que es un multimillonario, alejado de las preocupaciones de la clase media. Es un regalo para la campaña de Obama.

Así que en plena tormenta y para atajar esa cifra del 47%, Romney ha incorporado una nueva cifra al debate: la del 14,1%. Es el porecntaje de sus ingresos que pagó Mitt Romney en 2011, un total de 14 millones de dólares. Ha hecho públicos los datos después de varios meses resistiéndose y en parte como cortina de humo para distraer atención de su última metedura de pata. ¡Cómo estará la cosa para que quiera que se hable de sus millones, en cualquier cosa, ambas cifras son las dos caras de la misma moneda: la que permite a los demócratas retratar a Romney como un millonario que paga menos porcentaje de impuestos que un fontanero y que considera a los pobres unos llorones. En eso se lo está poniendo fácil.

Sin embargo, pese a la avalancha de análisis a izquierda y a derecha que ya dan por muerto políticamente a Romney, yo no puedo estar de acuerdo. Con mes y medio y tres debates de por medio, sólo un loco puede pensar que el resultado está sellado. Cierto que Obama lleva cierta ventaja tanto en el voto general como en los estados clave, pero aunque las diferencias son reiteradas también son escasísimas. Todavía queda batalla.

De propina: por cierto que Romney no ha rectificado más que para decir que se "expresó pobremente", pero sí que se suavizó en una entrevista en Univisión que tuvo mucha historia interna: su campaña obligó a la universidad a suspender su regla de que sólo acudieran estudiantes y llenó el auditorio con partidarios traídos en autobuses. Luego obligó a grabar de nuevo la introducción de los presentadores porque no le gustó que señalaran que Obama les había concedido más tiempo... Lo cuenta Buzzfeed.

La bola de cristal: ¿Queréis que os detecten la tendencia política usamericana? Aquí podéis hacerlo.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Cambio de ritmo

Lo llaman "sorpresa de octubre", pero este año ha llegado un poco antes. Es ese suceso inesperado e impredecible que pone a prueba la cintura de los candidatos. Algunas de estas sorpresas logran cambiar la dinámica general de la campaña mientras que otras, la mayoría, se quedan en poco más que tardías tormentas de verano.

Ya tenemos la de este año, o al menos la primera de ellas: la ola de odio antiestadounidense provocada por una película que denigra la figura del profeta Mahoma. Un estallido que se ha llevado por delante entre otros al embajador estadounidense en Libia. Por supuesto, como a un mes y medio de las elecciones no hay asunto que quede fuera de la contienda, el equipo de Mitt Romney ha aprovechado la oportunidad para criticar la 'debilidad' de Obama por 'simpatizar' con los atacantes a legaciones estadounidenses. Y así, de repente, la política exterior que había permanecido totalmente ausente en esta campaña, ha pasado a primer plano.

Cierto es que la primera valoración de Romney llegó antes de que trascendiera la muerte del embajador, pero incluso entre sus compañeros de partido sus críticas han sido recibidas con cierta frialdad, con varios pesos pesados de la política exterior republicana negándose a unirse a ellas y quedándose sólo en el respetuoso recuerdo a las víctimas. Aun así, como Romney no puede permitirse cambiar de opinión por su pasado un tanto "voluble", el candidato se ha negado a dar marcha atrás, reitera su ataque y carga contra la prensa, lo que siempre ha sido una muy mala señal para una campaña.

Aun así, todavía están por ver las implicaciones de la noticia. La postura ambivalente del gobierno Obama con respecto a la Primavera Árabe le puede pasar factura si mañana, día de la oración, las manifestaciones multitudinarias en varios paises islámicos vuelven a teñirse de violencia contra las legaciones estadounidenses. Esto alteraría no sólo la importancia de la política exterior en campaña, campo en el que Romney tiene cero experiencia, sino el juicio de los votantes al respecto. Por primera vez en muchísimo tiempo, el público valora más al candidato demócrata que al republicano en materia de política exterior.

Esto trae dos posibles escenarios: por un lado un clima de amenaza exterior siempre, siempre, siempre favorece al presidente en el cargo: el electorado cierra filas con su comandante en jefe que además en este caso, ha sabido vender bien su mayor éxito en la materia, la muerte de Osama Bin Laden. Por otro lado, los demócratas siempre, siempre, siempre le parecerán al ciudadano medio más "blandos" que los republicanos y si Romney no es un halcón al uso, ni mucho menos, sí que ha cultivado una cierta imagen de fortaleza con su postura antagonista hacia Irán.

O un tercer escenario... Que las cosas se calmen y que en una país sacudido por la crisis, la gente vuelva pronto a preocuparse por su bolsillo y la la Economía retome su hasta ahora indiscutible primer puesto entre las preocupaciones. A mi entender, eso es lo más probable.

De propina: quien quiera saber más sobre el embajador Christopher Stevens le recomiendo este obituario (ENG) del Washington Post. Un superprofesional de la diplomacia que hablaba árabe y no tuvo miedo ninguno a colarse en un país en plena guerra civil.

La bola de cristal: seguro que Romney mira con esperanza a un mapa electoral en el que las encuestas dicen que todavía Virginia, Ohio y sobre todo Florida están tan a su alcance como al de Obama. Aún así a la vista del mapa electoral no parece fácil que se haga con la victoria. Más aún ahora que por primera vez desde abril, en el mes de agosto Obama y los demócratas lograron batir en recaudación de donaciones a Romney y los republicanos. Por si a alguien le interesa, han sido 114 millones $ contra 111.

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