Ni siquiera los partidarios más convencidos de Mitt Romney pueden negar que, hoy por hoy, la dinámica de esta carrera electoral se encamina hacia la reelección de Obama. Pero del mismo modo, ni siquiera el más entusiasta y optimista partidario de Obama debería dejar de darse cuenta de que algo va a pasar, tiene que pasar, en los próximos días. Primero porque los medios de comunicación no van a consentir que el gran culebrón de cada cuatro años se decida así sin más cuando falta todavía un mes para ir a la urnas; y segundo porque el equipo de Mitt Romney va a dedicarse en cuerpo, alma y dinero (mucho dinero) a asegurarse un modo de darse una sacudida a la campaña.
La oportunidad perfecta para que se genere ese estado de opinión de "el regreso de Romney" está en los debates. De hecho, más que la oportunidad perfecta es hoy por hoy la única oportunidad, más allá de desgracias imprevistas y sorpresas de mal gusto. Romney necesita una gran gran gran actuación en los debates, preferentemente en el primero de ellos que se celebrará el próximo miércoles en Denver, Colorado, un estado que sigue bastante disputado por cierto.
Los debates son siempre interesantes, lo que me gusta menos es el irritante jueguecito de las expectativas durante los días anteriores. Esos intentos burdos de decir que tu pobre candidato es casi analfabeto mientras que el otro es un orador que deja a Lincoln pequeño. No me entendáis mal, ese juego es una táctica política fundamental para ganar un debate, es sólo que resulta cada vez más difícil de creer. Eso sí, hasta que llegue la propia noche electoral, estos días serán la única oportunidad para ver a los candidatos alabándose el uno al otro.
Y sin embargo los dos ya han perdido el juego de sentar las expectativas más bajas. Por un lado Obama, con su bien merecida fama de fantásticos orador, no puede escapar del hecho de que los votantes ya saben de lo que es capaz y que por tanto no importa cuánto intente redefinirse. Por otro lado Romney tiene unas expectativas altísimas no tanto por sus propias cualidades como "debater" sino porque para él la cita es a vida a muerte. No le vale un empate ni un largo combate a los puntos, necesita un KO para darle la vuelta a esta elección que no le va por buen camino. Para ello cuenta con tres asaltos, tres. Tres debates que decidirán quién va a ganarse un despacho en la Casa Blanca para los próximos cuatro años.
De propina: no hay que dejar de recomendar la excelente cobertura en español de estas presidenciales que hace Antxón Garrogerrikabeitia en Dos Cero Doce.
La bola de cristal: es evidente que la dinámica Obama-Romney tiene una influencia, pero sigo sorprendido por la posibilidad de que los republicanos no consigan retomar el Senado en las próximas elecciones. Yo casi lo daba por seguro pero fiascos como el de Todd Akin lo están poniendo difícil.
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