"Sorprendido y honrado" se ha declarado Obama por su reciente premio Nobel de la Paz. En la primera parte coincide todo el mundo, pero no tanto en la segunda. La derecha mediática, personificada en Rush Limbaugh, se ha lanzado a pedirle que lo rechace. No sólo por el obvio argumento de que no ha tenido tiempo de hacer nada, sino por esas otras razones carismáticas que tanto gustan en esos círculos.
Los noruegos, dicen, premian a Obama porque ha debilitado a Estados Unidos. Cooperación internacional contra seguridad nacional. Es lo que esos cobardes europeos quieren y por eso le dan un premio. "Es una humillación peor que perder los Juegos Olímpicos", sentencia Limbaugh.
La Casa Blanca ha pasado página rapidito tras decir que el millón y medio de dólares los dará a obras benéficas. No interesan distracciones en plena recta final de la reforma sanitaria. Dice Obama en su mensaje semanal que "nos acercamos a los últimos días del debate" y destaca los últimos apoyos republicanos como "consenso sin precedentes" Nada que ver con lo que cuentan desde la oposición. La batalla de verdad empieza el martes en el Senado.
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