domingo, 20 de septiembre de 2009

Obama al gobernador de New York: lárgate

Pobre David Patterson, gobernador de New York. Cuando su antecesor Elliot Spitzer tuvo que dimitir por un escándalo de prostitución, Patterson asumió el cargo casi por accidente y se las prometía muy felices. En pocos meses, las intrigas parlamentarias de Albany y algunas torpezas no tardarón en meter su popularidad en un pozo del que no ha salido.

Y hablamos de New York, claro. Esto no es Utah, sino un bastión demócrata en el que las torpezas del partido cedieron la mansión de gobernador a los republicanos durante algunos años. Después de recuperarla con Spitzer, ahora no se quieren arriesgar a que la impopularidad de Patterson les haga perder de nuevo. Por eso Obama ha tomado cartas en el asunto.

A través de canales indirectos, la Casa Blanca le ha hecho saber a Patterson que el presidente quiere que se haga a un lado, que se retire por el bien del partido. Así Obama abre la puerta para que la estrella del partido estatal, es fiscal general del estado Andrew Cuomo, se pueda presentar sin guerra interna y con grandes posibilidades de vencer. Andrew es el hijo del ex-gobernador Mario Cuomo y su aprobación pasa del 70%, más del doble de la de Patterson.

En condiciones normales, el desafío del italoamericano Cuomo contra uno de los dos únicos gobernadores negros del país provocaría una agria batalla racial, pero con el aval de Obama eso está superado. Con los rumores de que Rudy Giuliani se presenta a gobernador, la Casa Blanca necesita un candidato fuerte que no dañe las posibilidades de sus congresistas que optan a la reelección. Y de paso el team Obama se venga de Patterson, que les enfadó mucho cuando tuvo que nombrar a la sustituta de Hillary Clinton en el Senado y pasó de Caroline Kennedy, íntima amiga del presidente, y optó por la demócrata moderada Kirsten Gillibrand.

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