jueves, 18 de junio de 2009

Mirada a las encuestas: ¿Se acabó la luna de miel de Obama?

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"El pueblo americano", como se suele decir, está contento con Obama. De eso no cabe duda, tiene un 61% de aprobació según Pew, un 56% en Wall St. Journal y un 52% en PPP. Está muy bien, pero la bajada en sus números es evidente. No es que no anticiparamos que sus números estratosféricos iban a bajar, pero llama la atención.

Si buceamos un poco más en los números, podemos observar que nada menos que un 90% de los ciudadanos no está satisfecho con la economía, aunque también es cierto que casi nadie culpa al presidente. Sólo un 14% creen que el estado de la economía es resultado de sus políticas. El problema es que según pase el tiempo esas circunstancias van a cambiar y la economía que le aupó al poder, supone también el mayor riesgo para su presidencia.

Ahora mismo Obama vive una dicotomía muy propia de los líderes carismáticos. Goza de una aprobación alta pero no pasa lo mismo con sus políticas. El público rechaza su postura sobre Guantánamo, sobre la intervención en Chrysler... y su mayor prioridad, la reforma sanitaria, está atascada en el Congreso sin visos de desbloquearse hasta al menos el final del verano. A eso se une la crisis de Irán, donde parece que la Administración Obama no tiene una opinión formada. En mi opinión, son muchas fuentes de problemas potenciales, así que el presidente tiene que "ponerse las pilas"

1 comentario:

  1. El destino de los Presidentes lo marca el tercer año siempre. Ver cómo entran (en términos de popularidad y aprobación) en el tercer año y cómo salen de él. En este caso el 2011.

    Aún estamos en junio de 2009. En junio de 2001 el leitmotiv de la presidencia de Bush eran la reforma educativa y las células madre. Recuerdo que aquel relajado verano se paró el país para escuchar el discurso del Presidente en prime-time sobre células madre, un tema apasionante. Y ya sabemos cómo terminó el verano....

    Hay que esperar al tercer año. Que Jimmy Carter llegó a 1979 habiendo creado ni más ni menos que casi 10 millones de empleos desde que había tomado posesión en 1977, después de superar con éxito la recesión de 1976, los acuerdos de paz de Camp David, su moral incorruptible (que contrastaba con la mala y todavía reciente imagen de Nixon), y una mayoría de 60 escaños en el Senado. Salió de 1979 con una crisis de rehenes estadounidenses en Teherán, la invasión soviética de Afganistán, una crisis energética, la inflaicón disparándose, y una nueva recesión para 1980 a la vista. Todo eso tendría un efecto amnésico en el electorado, todo lo anterior se olvidó de golpe.

    Reagan llegó a enero de 1983 con un índice record histórico de paro de 10,8% (3% más que cuando asumió el poder), el fracaso de los marines en Líbano, y sus asesores recomendándole que no se presentara a la reelección en el 84. Salió de 1983 con un boom económico, la inflación controlada, el desempleo descendiendo a un ritmo descomunal, el orgullo nacional restablecido con la exitosa invasión de Grenada, y el país ilusionado con los Juegos Olímpicos de Los Angeles.

    Bush padre llegó a 1991 con su prestigio de estadista por las nubes, la seguridad que daban 12 años seguidos de administración republicana que parecía eternizarse, y todos los demócratas importantes (Mario Cuomo, Dick Gephardt, etc. renunciando a presentarse a las presidenciales por considerar que Bush sería imbatible en el 92). Salió de 1991 casi DESAHUCIADO.

    Clinton llegó a 1995 como un cadaver político, incapaz de buscar sustitutos a media docena de consejeros que abandonaron el barco, con los políticos demócratas de medio país que no querían salir con él en fotos, y un Congreso abiertamente hostil. Salió de 1995 como un Presidente con iniciativa que nunca perdía porque ya no era ni demócrata ni republicano.

    Bush en 2003 lanzó la Guerra de Iraq. Y sin duda eso fue clave para ganar la reelección y mantener el debate nacional en sus puntos fuertes para 2004. No podía esperar, el tercer año es el año clave.

    Tener un primer año de mcuha aprobación y popularidad puede ser peligroso. Como podemos ver en los anteriores casos, los Presidentes exitosos fueron los que empezaron decepcionando, y fueron de menos a más.

    W. Bush puso solución a lo inevitable, a lo que le esperaba, sabía que iría de más a menos de 2002 y 2004, tomó decisiones monumentales y ambiciosas (derrocar a Saddam) y ganó la reelección, aunque después le tocase pagar los altos costes de su reelección.

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