Sí, amigos, este papel verde de la izquierda es el certificado de nacimiento de Barack Hussein Obama. El papel que acredita que vino al mundo en Oahu, Hawaii, y por tanto cumple todas las exigencias constitucionales para ser presidente. Gran decepción para los maniacos de la conspiración, que llevan años pidiendo que haga público este documento firmado por el médico en vez del certificado "abreviado" que había presentado en campaña, perfectamente legal. Obama dice que lo ha hecho porque el país estaba perdiendo demasiado tiempo en una polémica tan absurda. Obama gana, la extrema derecha de los "birthers"pierde, ¿o no?
Uno de los últimos portavoces de esta idiotez de cuestionar el origen de Obama ha sido el inclasificable Donald Trump. Así ha logrado publicidad para esa supuesta candidatura presidencial de la que tanto se habla. Así que, en el fondo, lo que ha hecho Obama ha sido plegarse a Donald Trump y desmentir un rumor absurdo que no tenía base alguna. Y, ¿por qué? No diría yo que por esa "distracción molesta" de la que habla, sino porque la gente de verdad picaba y creía que había nacido en Kenya. Según las últimas encuestas, uno de cada dos votantes republicanos no creía que su presidente fuera estadounidense de nacimiento...
Y ahí es donde se equivoca porque a los impulsores de esas teorías conspirativas no los va a convencer ni con un vídeo del parto... Ya están buscando medios de mantener sus alegaciones y acusar de falsedad a Obama. El propio Trump, incluso, ha dicho que "hay que comprobar su veracidad" para aclarar rápidamente que piensa investigar si "realmente" el presidente estudió en Harvard. Parece que este millonario venido a menos cree que puede sacar más verdades que el FBI y los minuciosos investigadores de las campañas de Hillary Clinton y John McCain. Muy fuerte el asunto.
Yo ya he dicho antes que desacreditar a Obama como un keniata musulmán enemigo de Estados Unidos es una estrategia perdedora porque no estamos en 2008, la gente ahora le conoce. El verdadero riesgo para su reelección no está en esas oscuras acusaciones veladamente racista, sino bien a la vista, en el precio de la gasolina. Con la economía aún maltrecha y el combustible por las nubes, bien puede ser que Obama se estrelle. Mitt Romney, por poner un ejemplo, se da cuenta. Y Tim Pawlenty.
De propina: curiosamente el propio Donald Trump está perjudicándose con esta última campaña. La audiencia de su show "Celebrity Apprentice" es muy mayoritariamente demócrata y los índices de audiencia se resienten con tanta barrabasada.
La bola de cristal: Obama tiene ocho meses para crear empleo, bajar el precio de la gasolina y así salvar su presidencia. Si no es así, no veo cómo podría ganar si no es invadiendo algún país.
Uno de los últimos portavoces de esta idiotez de cuestionar el origen de Obama ha sido el inclasificable Donald Trump. Así ha logrado publicidad para esa supuesta candidatura presidencial de la que tanto se habla. Así que, en el fondo, lo que ha hecho Obama ha sido plegarse a Donald Trump y desmentir un rumor absurdo que no tenía base alguna. Y, ¿por qué? No diría yo que por esa "distracción molesta" de la que habla, sino porque la gente de verdad picaba y creía que había nacido en Kenya. Según las últimas encuestas, uno de cada dos votantes republicanos no creía que su presidente fuera estadounidense de nacimiento...
Y ahí es donde se equivoca porque a los impulsores de esas teorías conspirativas no los va a convencer ni con un vídeo del parto... Ya están buscando medios de mantener sus alegaciones y acusar de falsedad a Obama. El propio Trump, incluso, ha dicho que "hay que comprobar su veracidad" para aclarar rápidamente que piensa investigar si "realmente" el presidente estudió en Harvard. Parece que este millonario venido a menos cree que puede sacar más verdades que el FBI y los minuciosos investigadores de las campañas de Hillary Clinton y John McCain. Muy fuerte el asunto.
Yo ya he dicho antes que desacreditar a Obama como un keniata musulmán enemigo de Estados Unidos es una estrategia perdedora porque no estamos en 2008, la gente ahora le conoce. El verdadero riesgo para su reelección no está en esas oscuras acusaciones veladamente racista, sino bien a la vista, en el precio de la gasolina. Con la economía aún maltrecha y el combustible por las nubes, bien puede ser que Obama se estrelle. Mitt Romney, por poner un ejemplo, se da cuenta. Y Tim Pawlenty.
De propina: curiosamente el propio Donald Trump está perjudicándose con esta última campaña. La audiencia de su show "Celebrity Apprentice" es muy mayoritariamente demócrata y los índices de audiencia se resienten con tanta barrabasada.
La bola de cristal: Obama tiene ocho meses para crear empleo, bajar el precio de la gasolina y así salvar su presidencia. Si no es así, no veo cómo podría ganar si no es invadiendo algún país.
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