Esta semana George W. Bush ha vuelto. Tras más de cuatro años de perfecto silencio, que es el estado natural de un expresidente, esta semana inaugurado su biblioteca presidencial y ha escuchado los elogios que tal evento siempre deja. Se le vio relajado y feliz en compañía de los otros cuatro presidentes vivos, incluyendo a su propio padre, pero era inevitable preguntarse qué dejó para la historia. Sus partidarios hablarán del 11S, de la expansión de Medicare y de su iniciativa educativa No Child Left Behind. El resto tendrá más presente esa crisis que todavía no hemos resuelto y los miles de muertos de una guerra perfectamente evitable en Irak.
Si la pregunta es de qué lado hay más gente, la respuesta es sencilla de encontrar en las encuestas publicadas esta semana: sólo un 47% de los estadounidenses le aprueba. Para un político en ejercicio no estaría mal pero es una miseria para un expresidente que le situa como el segundo peor valorado de los últimos 50 años. El campeón de la mala fama es, por supuesto, el dimitido presidente Richard Milhaus Nixon. Eso ya sería demasiado.
De modo que ya sabemos que Bush hijo sigue sin caer muy bien pero, ¿qué hay de Bush hijo número dos, Jeb Bush? Esta era una gran semana para hablar de su muy rumoreada campaña presidencial y era imposible no preguntarle a la familia su opinión al respecto. Su hermano George W. que algo sabe de esto, dice:
De propina: el establishment republicano tiene hecho un cálculo frío sobre la reforma de la Inmigración. Los jefes del partido saben que electoralmente no es un buen camino y los grandes empresarios que lo financian siempre han estado a favor de solucionar el problema en busca de más consumo y mano de obra. Ahora a ver si el ala puramente conservadora, que ya está bastante cabreada al respecto, no gana la partida.
La bola de cristal: en la última propina hablábamos del congresista Louie Gohmert y su teoría de que Al Qaeda entrenaba a sus agentes para que se comportaran como hispanos y se colaran por la frontera de México como sin papeles. La de esta semana es aún mejor, al más puro estilo de la caza de brujas de McCarthy, cuando ha denunciado que en la administración Obama hay infiltrados muchos miembros de los Hermanos Musulmanes. Creo que no tardaremos en oír hablar otra vez de él. Le vendrá bien.
Si la pregunta es de qué lado hay más gente, la respuesta es sencilla de encontrar en las encuestas publicadas esta semana: sólo un 47% de los estadounidenses le aprueba. Para un político en ejercicio no estaría mal pero es una miseria para un expresidente que le situa como el segundo peor valorado de los últimos 50 años. El campeón de la mala fama es, por supuesto, el dimitido presidente Richard Milhaus Nixon. Eso ya sería demasiado.
De modo que ya sabemos que Bush hijo sigue sin caer muy bien pero, ¿qué hay de Bush hijo número dos, Jeb Bush? Esta era una gran semana para hablar de su muy rumoreada campaña presidencial y era imposible no preguntarle a la familia su opinión al respecto. Su hermano George W. que algo sabe de esto, dice:
"Sería un candidato maravilloso si se decide, no necesita mi consejo porque a sabe cuál es: preséntate"Menos entusiasta es la madre de ambas, la exprimera dama Bárbara Bush:
"Es de lejos el más cualificado, pero no. Creo que es n gran país con muchas grandes familias y no sólo cuatro. Hay otra gente por ahí que está muy cualificada y ya hemos enido suficientes Bush"Y aquí pone el dedo en la llaga. Más allá de sus cualidades como candidato Jeb Bush sería el ercero de su familia directa en ocupar la presidencia. Los tres últimos presidentes republicanos compartirían el mismo apellido y eso se parece mucho a la monarquía que EEUU nunca ha querido ser. Un enfrentamiento con otra dinastía como los Clinton tendría su gracia, eso sí.
De propina: el establishment republicano tiene hecho un cálculo frío sobre la reforma de la Inmigración. Los jefes del partido saben que electoralmente no es un buen camino y los grandes empresarios que lo financian siempre han estado a favor de solucionar el problema en busca de más consumo y mano de obra. Ahora a ver si el ala puramente conservadora, que ya está bastante cabreada al respecto, no gana la partida.
La bola de cristal: en la última propina hablábamos del congresista Louie Gohmert y su teoría de que Al Qaeda entrenaba a sus agentes para que se comportaran como hispanos y se colaran por la frontera de México como sin papeles. La de esta semana es aún mejor, al más puro estilo de la caza de brujas de McCarthy, cuando ha denunciado que en la administración Obama hay infiltrados muchos miembros de los Hermanos Musulmanes. Creo que no tardaremos en oír hablar otra vez de él. Le vendrá bien.