Ayer hubo primarias en Estados Unidos y dejaron algunos sobresaltos que, no por esperados, son menos impactantes. Sin duda el de mayor trascendencia es la derrota del Senador de Pennsylvania Arlen Specter.
Specter es historia viva del Senado. Ha pasado tres décadas en la cámara como una voz influyente y moderada. Acosado por su propio partido, decidió hace menos de una año cambiar de afiliación y convertirse en demócrata, pero no le ha ido muy bien. Casi nadie conocía al hombre que le ha derrotado, Joe Sestak, pero la sangre nueva se ha impuesto a la experiencia. Un símbolo más del hartazgo de Washington que asola el país estos días.
Specter podría muy bien haberse presentado como independiente con alguna posibilidad de ganar, o al menos de hacer un papel digno, pero ha decidido hacerse a un lado y apoyar a Sestak en la general contra el republicano Pat Toomey. Una decisión que su partido actual valorará y, dadas sus buenas relaciones con la Casa Blanca, no sería extraño que aterrizara en algún prominente puesto del Gobierno. De momento hay que reconocer que se ha marchado de una manera muy elegante: "Ha sido un privilegio serviros".
La jornada electoral de ayer nos dejó una victoria ajustada de la senadora Blanche Lincoln, que tendrá que acudir a una segunda vuelta para lograr la nominación demócrata a su escaño en Arkansas. También hubo una rotunda del Tea Party contra el establishment republicano: Rand Paul, el hijo del libertario inclasificable Ron Paul, ha ganado la nominación republicana para el Senado en Kentucky y tiene muchas posibilidades de lograr finalmente el escaño.
Ahora, a esperar a la general.
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