Será dentro de unas horas y será en Ohio, un estado clave que está sufriendo mucho la crisis. El presidente Obama encarará el mayor de sus problemas con su herramienta favorita, un discurso. Todo indica que no se centrará tanto en medidas nuevas como en transmitir un mensaje mucho más simple: denme cuatro años más para arreglar esto. Intentará explicar que recibió la economía en un estado de tal calamidad que, aunque se han hecho progresos, no era posible hacer mucho más. Una estrategia peligrosa en mi opinión, por dos motivos:
En primer lugar, el argumento de la herencia recibida tiene un recorrido limitado; un año seguro, dos tal vez, pero cuatro... Yo creo que la gente no tienen una memoria tan larga y juzga a un presidente por sus méritos. En segundo lugar, creo que esta táctica puede salirle por la culata. Si la campaña empieza a decirle a la gente que las cosas están mejoran, que la economía no va tan mal, corre el riesgo de provocar una reacción airada en el estilo de ¡Cómo que no va a tan mal! ¿Qué me importa a mí que se creen unos miles de empleos cada mes si sigo en paro. Ese tipo de cosas en campaña son gasolina pura.
Por supuesto Obama es Obama, es decir, un magnífico orador que puede hacer hoy un discurso memorable que inspire a cientos de miles y salve su pellejo. No sería la primera vez... ya desactivó la bomba de del reverendo Jeremiah Wright la pasada campaña con su discurso sobre las relaciones entre razas. Todo es posible pero al final, lo más probable es que el discurso sea estupendo y aún así la gente vuelva a casa y se de cuenta de que todo sigue igual. Mitt Romney ya lo ha anticipado: "Mi opinión personal es que será muy elocuente pero las palabras se las lleva el viento, y que la trayectoria un individuo es la base sobre la que se debe juzgar si debe seguir o no en su puesto". Aunque ojo, que Obama también ha dejado un recado para Romney: "Quiero que prestéis atención durante los próximos cinco meses y veáis si proponen una sola cosa que no intentaran cuando estaban en el poder, porque no encontraréis ninguna"
De propina: curioso lo que señala Jon Avlon. Romney nació en Michigan, fue gobernador de Massachusetts y tiene casa en California. "Tiene" tres estados y sin embargo sería un milagro que ganara uno solo de ellos. No debe importarle porque las encuestas le van cada vez mejor.
La bola de cristal: dice el excandidato Gingrich que las elecciones no son justas porque los ricos pueden gastar mucho, cosa que no parecía importarle cuando el millonario Sheldon Adelson le entregó más de 11 millones la pasada campaña. En esta elección la influencia de los superricos va a ser espectacular, mucho mayor que en las últimas décadas.
En primer lugar, el argumento de la herencia recibida tiene un recorrido limitado; un año seguro, dos tal vez, pero cuatro... Yo creo que la gente no tienen una memoria tan larga y juzga a un presidente por sus méritos. En segundo lugar, creo que esta táctica puede salirle por la culata. Si la campaña empieza a decirle a la gente que las cosas están mejoran, que la economía no va tan mal, corre el riesgo de provocar una reacción airada en el estilo de ¡Cómo que no va a tan mal! ¿Qué me importa a mí que se creen unos miles de empleos cada mes si sigo en paro. Ese tipo de cosas en campaña son gasolina pura.
Por supuesto Obama es Obama, es decir, un magnífico orador que puede hacer hoy un discurso memorable que inspire a cientos de miles y salve su pellejo. No sería la primera vez... ya desactivó la bomba de del reverendo Jeremiah Wright la pasada campaña con su discurso sobre las relaciones entre razas. Todo es posible pero al final, lo más probable es que el discurso sea estupendo y aún así la gente vuelva a casa y se de cuenta de que todo sigue igual. Mitt Romney ya lo ha anticipado: "Mi opinión personal es que será muy elocuente pero las palabras se las lleva el viento, y que la trayectoria un individuo es la base sobre la que se debe juzgar si debe seguir o no en su puesto". Aunque ojo, que Obama también ha dejado un recado para Romney: "Quiero que prestéis atención durante los próximos cinco meses y veáis si proponen una sola cosa que no intentaran cuando estaban en el poder, porque no encontraréis ninguna"
De propina: curioso lo que señala Jon Avlon. Romney nació en Michigan, fue gobernador de Massachusetts y tiene casa en California. "Tiene" tres estados y sin embargo sería un milagro que ganara uno solo de ellos. No debe importarle porque las encuestas le van cada vez mejor.
La bola de cristal: dice el excandidato Gingrich que las elecciones no son justas porque los ricos pueden gastar mucho, cosa que no parecía importarle cuando el millonario Sheldon Adelson le entregó más de 11 millones la pasada campaña. En esta elección la influencia de los superricos va a ser espectacular, mucho mayor que en las últimas décadas.
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