miércoles, 20 de enero de 2010

¿Y ahora qué para la reforma sanitaria?

Tras la sorprendente victoria de Scott Brown en Massachusetts y la pérdida de la "supermayoría" en el Senado, se reducen las vías de éxito para la reforma sanitaria. Estas son las opciones ya que Brown es un enemigo declarado de la reforma:

  • Los demócratas aplazan el juramento como senador de Scott Brown y sacan adelante la reforma con el actual senador sustituto de Massachusetts, el demócrata Paul Kirk: la cámara puede hacerlo con la mayoría demócrata pero esta jugarreta antidemocrática podría hundir al partido con una contestación social espectacular.
  • Volver a la mesa de negociación y convencer a la republicana moderada Olympia Snowe de que vote a favor, o si no a Susan Collins: supondría uno nuevo retraso, una pérdida de entusiasmo y con el apoyo a la reforma en un mínimo histórico (un 30%) hay pocas posibilidades de que las senadoras se dejen convencer.
  • Utilizar un mecanismo llamado reconciliación y pasar la reforma con mayoría simple: conlleva cierto problemas legales así que, en el mejor de los casos, supondría un nuevo retraso. Además sería visto como una jugarreta política de espaldas al pueblo. No creo que la maniobra contara con el apoyo de todos los demócratas.
  • Hacer que la Cámara de Representantes apruebe la misma reforma exacta que ya pasó el Senado: si la Cámara pasa el mismo texto exacto, sin modificar, no hace falta que vuelva al Senado. Es una posibilidad pero los demócratas de la Cámara no están muy satisfechos con la posibilidad. Puede que al final triunfe la versión de que "la versión del Senado es mejor que nada" pero hoy por hoy, no se sabe si hay votos.
  • Aceptar la muerte, una vez más, de la reforma sanitaria: lo que sería devastador para la presidencia de Obama y para los destinos demócratas en general.

1 comentario:

  1. Creo que la aprobación de la reforma sanitaria será contestada popularmente se haga como se haga porque no gusta. Asumiendo eso, la Casa Blanca tiene dos opciones:

    Seguir adelante, asegurando su aprobación del modo que buenamente se pueda, y continuar después con la ley del cape-and-trade, la reforma migratoria, y otras prioridades de su agenda que también están siendo ampliamente contestadas. Esta opción se tomaría sacrificando el capital político del Presidente, sabiendo que conduciría a una durísima derrota electoral y a perder a los votantes independientes (a algunos de forma definitiva).

    La otra opción es dejar de lado sus actuales planes, y dedicar lo que queda de año a plantear sólo propuestas de amplio consenso sobre economía y empleo, y controlar así la magnitud de los daños que puedan sufrir en noviembre en las urnas. El problema de esto, decepcionar a una parte de su base electoral, y los problemas con la base propia tampoco son recomendables para ningún Presidente.

    En el tema de la reforma migratoria, lo más beneficioso para Obama sería descartar el actual plan y anunciar su disposición de volver a empezar a redactar un nuevo plan de reforma. Probablemente el nuevo borrador jamás avanzaría en un año electoral como este y la reforma nos e llevaría a cabo, pero le serviría para retratar a los republicanos si estos no mostrasen disposición a aportar sus energías en la redacción de un plan alternativo que pueda ser patrocinado por el Presidente.

    Pero veo a Obama más bien obsesionado en pasar cualqueir cosa cuanto antes, pensando que es ahora o nunca, y eso puede llevarlo a la eprdición.

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