Las expectativas de la próxima reunión sobre el cambio climático son ya tan bajas que por un momento parecía que daría igual si no se celebrara. Aún así, el ala verde de la Casa Blanca se ha impuesto y Obama viajará a la conferencia a pesar de las pocas posibilidades de lograr un acuerdo relevante. El presidente acudirá al comienzo y se marchará antes del final, el momento más probable para los abucheos.
En su cartera va, dice el NYT, un compromiso de reducir un 17% las emisiones en 2020 respecto de 2005. Es modesto, pequeño en comparación con otros países. Aún así mejora y mucho precedentes estadounidenses como la despedida de George W. Bush en la última cumbre: "adiós de parte del principal contaminante del mundo".
Un buen gesto para los aliados y para los demócratas ambientalistas (véase Al Gore) pero que va a ser criticada por los republicanos y la industria, mal enemigo en tiempos de paro y crisis económica.
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