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Pongamos que hay una guerra, una guerra civil bien sanguinaria incluso para los sanguinolientos estándares de la guerra en general. Pongamos que esa guerra es además en un país musulmán y que tras dos años de matanzas el dictador de turno decide cambiar de estrategia y
un 21 de agosto arroja gas Sarín en un suburbio de Damasco provocando la muerte, una muerte horrible, de 1400 personas. ¿Qué haces si eres el presidente de EEUU?
Pues primero que todo, te avergüenzas, porque has dejado pasar dos largos años dejando hacer a unos a otros en Siria y de aquellos polvos vienen estos lodos. Luego piensas en opciones: puedes intentar una resolución de Naciones Unidas al estilo Gadafi pero sabes bien que Rusia y China vetarán. Puedes también intentar una acción individual al estilo iraquí y mandar a una división de marines a repartir leña a Homs, pero resulta que
una encuesta de Reuters Zogby te dice que un 96% de los estadounidenses se oponen a mandar soldados a Siria. Están ya escarmentados de aventuras en Oriente Próximo.
Tras este razonamiento decides tirar por la calle del medio porque en realidad, tú no tienes muy claro quién te viene bien que gane esta guerra. De un lado Assad: malo. Del otro los 'rebeldes': ¿quiénes? Pues hace dos años los moderados tenían mayor predicamento en la oposición pero ahora quién más manda en la amalgama de luchadores es, lógicamente, quien tiene las armas. ¿Y de dónde viene el dinero para las armas? De Qatar y de Arabia Saudí. ¿Y qué tipo de gente gusta por esos lares? Los extremistas suníes. Y Al Qaeda también anda cerca, como siempre.
Así que tú, desde el despacho Oval, tomas una importante resolución. Decides que vais a ignorar todas las matanzas hechas con armas convencionales y que vas a actuar como si lo único que te importara fueran las armas químicas. Así de paso te haces el fuerte porque es en su uso donde marcaste una cacareada "línea roja" que el gobierno sirio no debía cruzar y resulta que Assad la ha traspasado esprintando y la foto finish dice que sí, que el ataque fue del gobierno. Así que ahora has cambiado de objetivo. Para Siria no quieres paz, ni democracia, ni una simple tregua: lo único que quieres es que no se maten con armas químicas. Y ese es algo que puedes conseguir con menos esfuerzo.
Así que te pones a preparar un ataque y a filtrar como un loco a la prensa que estás preparando un ataque. De este modo consigues mandar un mensaje de "esto no se hace" al gobierno sirio, darle tiempo para que esconda sus misiles y vacíe edificios clave, y también le das tiempo a la parroquia doméstica para que se haga a la idea. Pero entonces llega lo inesperado: resulta que el Congreso quiere tener la última palabra y autorizar la operación. Y tus abogados te dicen que te puedes pasar a las cámaras por el arco y hacer lo que te venga en gana, pero el asunto es difícil.
Por un lado no hay nada peor para un presidente de EEUU que parecer débil y el colmo de la debilidad es pedir permiso para hacer algo para lo que no necesites permiso... ¡y que te lo nieguen! Sobre todo ahora que
tu popularidad está en un mínimo histórico del 44%. Pero por otro lado, estaría muy bien poder compartir con el Congreso el precio político de la situación, porque no hay que olvidar que
la misma encuesta te dice que un 56% de la población se opone a cualquier tipo de intervención en Siria. Y luego está, claro, que tienes aún unas cuantas leyes que te gustaría aprobar y no te conviene cabrear a los legisladores. Sobre todo cuando 186 de ellos, desde los demócratas más izquierdistas a los republicanos más libertarios han firmado una carta advirtiéndote de que no lo hagas.
Así que al final pides permiso pero no pides permiso. Le dices a las cámaras que te autoricen pero dejando claro que puede ser que lo hagas igual aunque te digan que no. El único problema es que el Congreso está en su receso de verano y no vuelve hasta el 9 de septiembre pero total, qué más da, si ya llevan dos años matándose pues que sigan dos semanas más. Dos semanas después y lo que dure el debate. Y la votación, y lo que las dos cámaras tarden en acordar un texto común. Y que todo congresista tenga su minuto de gloria en televisión...
Y mientras tú esperas a que te llegue una resolución a la mesa, Assad hará lo que le venga en gana y cambiará de sitio cuanto no quiera ver destruido por los misiles Tomahawk. Y te tocará prometer el oro y el moro a medio congreso para que te apruebe un operación menor, y luego ya te quedará poco que prometer para que te ayuden con las nuevas leyes de inmigración. Eso además de que a la izquierda de tu partido no le gustas porque no les gustan los bombardeos, los republicanos libertarios creen que los quieres arrastrar a otro Iraq, los neocons opinan que eres una nenaza por no invadir directamente y a todos los demás siempre les queda decir eso de "mis votantes no ven la necesidad" o "mis votantes no lo entienden". Lo que además es una gran verdad.
De propina: ¿la buena noticia para Obama? Si el Congreso vota SÍ será difícil que los republicanos fuercen otra crisis del techo de deuda cuando éste expire a mediados de octubre. No es popular echar el cierre al gobierno mientras hay una operación militar en marcha.
La bola de cristal: el Senado dará su permiso con casi total seguridad, con el apoyo rotundo del excandidato presidencial John McCain. La cámara, tengo muchas más dudas.