El dato más decisivo para la política estadounidense este año va a ser el paro. Poco acostumbrados a cifras altas, los votantes van a juzgar a Obama en gran medida por su habilidad para reducir las tasas más elevadas de los últimos años. La Casa Blanca ha recibido un respiro en noviembre: ha bajado un 0,2%.
Como es natural, Obama habla de frenazo a la destrucción de empleo y sus adversarios dicen que una reducción de dos décimas es una miseria, sobre todo cuando uno de cada diez trabajadores sigue en el paro.
Puede ser flor de un día o la luz al final del túnel, de eso depende el capital político de Obama.
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